Crítica de «Jefe»: El ejecutivo agresivo y la «keli»

«Luis Callejo llena durante hora y media la pantalla con un tipo impresentable: acelerado por vía nasal (tóxica), maltratador de subordinados y presunto machista y putañero»

Escena de «Jefe», con Luis Callejo y Juana Acosta
Antonio Weinrichter

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Luis Callejo es un actor bastante impresionante que carga sobre una espalda que se adivina ancha la titánica tarea de llenar durante hora y media la pantalla con un tipo impresentable: el titular «jefe de todo esto» sin ninguna virtud que lo redima, acelerado por vía nasal (tóxica), maltratador de subordinados y presunto machista y putañero. A esta manada de un solo hombre le pasan un par de cosas que le humanizan. Una es una crisis de altos despachos que subraya la dureza de la lógica de empresa corporativa: algo que ya intuíamos y que aquí queda al nivel de un recurso teórico, no encarnado en el relato, pues todos los miembros del consejo son meros comparsas ante la aspiradora del jefe Callejo.

La segunda cosa ocurre también en su despacho (este hombre no tiene vida, está claro, y además su mujer quiere el divorcio) y es que por las noches viene a limpiarlo una pizpireta colombiana que Juana Acosta sabe encarnar sin exagerar la sensualidad de sus «papis». El macho alfa se ve atraído por esta dulce presa que se mete en su boca de lobo pero ella sabe marcar su territorio y de hecho consigue que le veamos por primera vez apearse de su prepotencia. Lo que sigue no se eleva por encima del nivel de una pieza de cámara un tanto laboriosa y monocroma, pero esta pareja de actores hacen que la cosa no desmerezca.

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