Crítica de 'Holy Spider': Asesino múltiple y mujeres iranís

El director criba rápido de su historia lo que tiene de intriga, enseguida se descubre al asesino, y se vuelca en subrayar el poco valor que se le da socialmente a la mujer

Entrevista con la protagonista de Holy Spider, perseguida por el régimen iraní

Fotograma de 'Holy Spider'
Oti Rodríguez Marchante

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Ali Abbasi es un cineasta que, sin dejar de ser iraní, tiene la nacionalidad danesa, que es también un modo de tener otra mirada y otro albedrío a la hora de enfocar los asuntos de sus películas. En su anterior título, ‘Border’ , absolutamente innovador y transgresor, no había ni una brizna de ‘lo iraní’, todo lo contrario que en este que ahora estrena, en el que con aire de thriller rebaña Irán al completo, a pesar de no haber filmado allí, pues un mínimo sentido de la prudencia lo llevó a rodarlo en Jordania. Naturalmente, la película ha sido prohibida en Irán y todos sus participantes están señalados por el dedo, o la uña, del régimen.

La base del argumento es un hecho real ocurrido en la ciudad santa de Mashhad en 2001 (la fecha es importante por lo que significó aquel 11-S para el mundo), donde un psicópata asesinaba a prostitutas empujado por su fanatismo religioso. Abbasi organiza la trama sobre dos puntos de vista reveladores: el del tarado, al que se sigue en sus fechorías, y el de una periodista que llega a la ciudad para investigar los crímenes, con lo que, además de contar los sucesos y la investigación, se dibuja a través de estos dos personajes el carácter misógino, fanático y opresivo de la sociedad.

El director criba rápido de su historia lo que tiene de intriga, enseguida se descubre al asesino, y se vuelca en subrayar el poco valor que se le da socialmente a la mujer, aunque en este caso con la particularidad de ser periodista y saber esgrimir con valor los pocos derechos que tiene (su llegada al hotel es ya descriptiva de la enfermedad de su entorno y el carácter de ella). En la atmósfera de la película intervienen lo nocturno y sórdido junto a lo diurno y familiar: se ve al tarado como esposo, como padre y como tosco depredador; y a ella, noche y día enfrentada a la suciedad, el menosprecio y la desgana oficial por perseguir unos crímenes admitidos, o admisibles.

Ficha completa

La actriz Zar Amir-Ebrahimi fue premiada en el Festival de Cannes por su interpretación serena e inteligente, y probablemente también por su valor (es iraní, tuvo que huir a Francia y en su país está condenada a diez años de prisión y un centenar de latigazos). En lo que es el epílogo se huele la conclusión de la película, Zar Amir mira unas imágenes en su tomavistas y se ve con espanto el raigón y la carcoma de una crónica que siempre tiene segunda parte.

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