Crítica de «Los días que vendrán»: Crónica de un embarazo desde el interior de una pareja

La trama solo puede ser de manual, pero el director la hace exclusiva, extraordinaria, por el peculiar detalle de que la pareja de actores de la pantalla, David Verdaguer y María Rodríguez Soto, lo son también en la vida real

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Oti Rodríguez Marchante

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En su primer largometraje, «10.000 Km», el director Carlos Marques-Marcet dibujaba con gran sentimiento y precisión los efectos de la distancia en la relación amorosa de una pareja, y ahora en éste, el tercero, se sumerge también en un metódico boceto de la relación de pareja y los efectos que en ella produce un embarazo (en cierto modo, lo apuntaba ya en su segunda película, «Tierra firme»). «Los días que vendrán» es el transcurrir lógico, tan impregnado de ficción como de realidad e intimidad, y emocionalmente turbulento, de esas dos personas durante los nueve meses de espera.

La trama solo puede ser de manual, pero el director la hace exclusiva, extraordinaria, por el peculiar detalle de que la pareja de actores de la pantalla, David Verdaguer y María Rodríguez Soto, lo son también en la vida real, y de igual modo real es el embarazo y probablemente muchas de las emociones, turbaciones, temores e ilusiones que se proyectan en la pantalla diluidas entre el guion de Coral Cruz, Clara Roquet y el propio Carlos Marques-Marcet. Sin desmoronar lo que esta película tiene de «invención» o «fingimiento» (los problemas y dilemas que surgen entre ellos), la sensación que produce de cercanía, incluso de intromisión, es inevitable y le procura esa singularidad cinematográfica tan sorprendente y desarmante.

La utilización de modo natural y hermoso de unos «flashback» reales sobre el embarazo y nacimiento de la propia actriz María Rodríguez Soto, con grabaciones caseras de sus propios padres, sublima aún más ese espejo entre realidad y ficción, y entre el presente y el pasado. Y ese hilo de continuidad ata una película que no cuenta cosas extraordinarias, pero habla sobre relaciones, cambios, progresos, retrocesos, adaptaciones y ajustes a «algo» que se sabe, se ve, se sospecha y se vive sin salir de casa, y que aquí se muestra en toda su intimidad pero sacado del molde y fuera de “tu” envase. Los actores ponen en ello todo lo que tienen, y quizá mucho de lo que no tienen.

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