Crítica de 'AIR': De cómo Michael Jordan se calzó sus zapatillas

Quizá le sobre algo de aliño musical y el tópico vuelo de cámara entre secuencias, recursos más bien fáciles, pero eso no le impide a la canasta entrar en el aro

El momento en el que Michael Jordan rechazó 135 millones de dólares por trabajar dos horas

Ben Affleck en la película 'AIR'
Oti Rodríguez Marchante

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Ben Affleck tiene merecida fama de ser un actor más bien justito, pero también, y más merecida aún, la de ser un director muy competente y que ha firmado al menos tres películas excelentes, ‘Adiós pequeña, adiós’, ‘Ciudad de ladrones’ y ‘Argo’. Tiene un estilo de narrar ágil, bien punteado, con muy buen ojo para colocar la intriga, el drama, el sentido del humor y las emociones; hay algo cercano a ‘lo clásico’ en él, en su modo de contar. En ‘Air’, con un guion suyo y de su amigo Matt Damon , se aborda una historia que, en una primera línea, podría traer al fresco a cualquiera: cómo la marca de prendas deportivas Nike consiguió despuntar a mediados de los ochenta; en una segunda línea explicativa consigue algo de interés: convenció a Michael Jordan de que fuera el portador de sus zapatillas, las célebres Air Jordan. En cualquier caso, una historia que se podría contar en dos brochazos y nadie pediría más.

Ben Affleck da más, mucho más. Encuentra al personaje clave, Sonny Vaccaro, un experto en marketing y baloncesto, un iluminado que vio en el joven y debutante Michael Jordan la oportunidad de colocar su marca a la altura de la poderosa Adidas. Un personaje que interpreta Matt Damon con todas las virtudes que posee como actor, autenticidad, gancho, brío, tenacidad… Y también encuentra Ben Affleck la zona exacta del tablero para el resto de personajes: por ejemplo, el otro que debería ser crucial, Michael Jordan (Damian Young), está situado muy, muy al fondo, y ocupa lugar preferencial su madre, Deloris Jordan, a la que Viola Davis le otorga un enorme vuelo dramático y tiene, en su frente a frente con Damon, los mejores momentos de la trama; o le reserva a Phil Knight, dueño de la marca, un valor esencial en el juego, pero una presencia dosificada, con lo que Ben Affleck como actor puede casi brillar en algunos puntos que rozan el humor.

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AIR

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Es la historia de un contrato publicitario, algo que no da la impresión, en principio, de que vaya a acelerarle el pulso al espectador, de ahí que sea admirable la narrativa de Affleck, porque lo consigue y ahorma una crónica sobre zapatillas con tono épico y mucho timbre emocional y te implica como si fueras un accionista de Nike. Quizá le sobre algo de aliño musical y el tópico vuelo de cámara entre secuencias, recursos más bien fáciles, pero eso no le impide a la canasta entrar en el aro.

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