Crítica de 'Bandido': Retrato del artista decadente

Luciano Juncos retrata a un cantante acabado que descubre por casualidad cómo recuperar la ilusión

Osvaldo Laport, en 'Bandido'
Federico Marín Bellón

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El protagonista de 'Bandido' debería ver los documentales recientes sobre Raphael . Su éxito como artista es menor, por supuesto, pero sobre todo su entusiasmo. Tiene una edad en la que ya espera poco y aguanta menos. Se le acumulan los kilómetros y entra en crisis existencial. Parece irrecuperable.

En su segundo largo, Luciano Juncos y su coguionista Renzo Orestes Felippa le regalan al personaje, muy bien retratado, un suceso menor que le ayuda a reaccionar, a recuperar la ilusión y a encontrarse consigo mismo. Lo de menos es lo que le ocurre. Lo esencial es que este cantante agotado de giras con un fuste decreciente encuentra el modo de reiniciar el contador.

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'Bandido'

Osvaldo Laport compone con mimo el personaje, le da el tono justo a su carisma desgastado y hace creíble su caída en barrena, al lado de su representante español, más que convincente Juanma Lara . La rebeldía recuperada, con una causa que es un simple MacGuffin, es la excusa para mostrar una vez más la importancia de no perder nunca del todo las raíces.

La película es sencilla y sus sorpresas son tan leves que no tienen derecho a llamarse así, pero la calidad y calidez de la mirada y su evidente falta de pretensiones la hacen merecedora de nuestra compañía. Se trata de arropar al mito cansado apenas durante hora y media, ayudarle a que vuelva a bailar y reír.

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