reelegido en la primera vuelta

Álvaro Uribe inicia su segundo mandato en Colombia con un abrumador 62% de los votos

Carlos Gaviria rompe el techo histórico de la izquierda con un 22% de los votos y supera al Partido Liberal

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Pese a que la participación no ha superado el 45%, los colombianos no han tardado mucho en despejar la incógnita sobre la reelección de Álvaro Uribe. El presidente ha obtenido más del 62% de los votos en las elecciones celebradas ayer, lo que ha hecho innecesaria la segunda vuelta electoral.

Poco más de dos horas después del cierre de las urnas el resultado ya era conocido y, con una abstención del 55%, Uribe conseguía más de 7,33 millones de votos del total de 26,73 millones de electores potenciales. Estas cifran superan con creces las obtenidas en 2002, cuando ganó, también en primera vuelta, con 5,86 millones de votos, o el 54%.

Los colombianos, como ya insinuaron en 2002, cuando eligieron a Uribe, un disidente del Partido Liberal (PL) que se presentó como independiente, han reafirmado en estas elecciones su desencanto por los partidos tradicionales, que pasan por un estado crítico.

Éxito de la izquierda democrática

Y no sólo por la reelección aplastante de Uribe, sino porque han hecho surgir un movimiento de izquierda democrática, apartado de las veleidades guerrilleras de hace unas décadas, y lo ha aupado al segundo lugar con un no despreciable 22%.

Carlos Gaviria, el candidato de esta izquierda, el Polo Democrático Alternativo (PDA), exultante por estos resultados, afirmaba, tras reconocer el triunfo de Uribe, que no se sentía derrotado y que ahora sí habrá, claramente, un partido de gobierno y un partido de oposición.

El contraste lo ponía el candidato del PL, Horacio Serpa, que por tercera vez consecutiva ha salido derrotado de la contienda electoral para la Presidencia y dejó a su partido con un escaso 11,8%. Quizá previendo lo que se venía, o por otros intereses, el otro partido tradicional, el Conservador (PC), ni siquiera presentó candidato propio y se adhirió a la candidatura de Uribe.

Confianza total en Uribe

Aunque no se esperaba en los últimos días un resultado tan rotundo, una de las claves del éxito de Uribe ha sido convencer a sus compatriotas de su política de seguridad democrática, lo que les ha devuelto la confianza y, quizás también, la esperanza.

Su estilo firme de gobernar, de estar encima de todos los asuntos, pero que sus críticos califican a menudo de autoritario o caudillista, le ha dado sus resultados, que se han plasmado en descensos importantes en los índices de secuestros y homicidios y la sensación de que, al menos, tiene replegada a la guerrilla.

Aunque el presidente se ha negado a dar entrevistas a la prensa escrita, ha manejado como pocos la radio, medio fundamental para la inmensa mayoría de colombianos, y ha rechazado debatir con sus contendientes.

Como anunció que en cuatro años no podía llevar a cabo la tarea prevista, Uribe consiguió que el Congreso reformase la Constitución de 1991 para hacer posible la reelección inmediata.

Dialogar con las guerrillas

Estos próximos cuatro años, por lo tanto, serán los que marquen su labor de presidente, con unos desafíos no menores, por ejemplo reencauzar su política económica, que si bien en las grandes cifras ha sido positiva, aún no crece como preveía y tendrá que atender a la política social, ya que, entre otras cosas, la pobreza supera el 50%.

Está empeñado en la bondad del tratado de libre comercio (TLC) que firmó en febrero con Estados Unidos y ahora tendrá que convencer al Congreso para que lo ratifique, en lo que puede convertirse en el primer embate ideológico con la oposición de izquierda, que lo rechaza.

Otros dos retos importantes que tiene frente a sí se refieren a los grupos insurgentes de las guerrillas, en particular las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y al futuro de las paramilitares Autodefensa Unidas de Colombia (AUC). La práctica totalidad de los más de 30.000 combatientes de estas últimas se han desmovilizado y acogido a la controvertida ley de Justicia y Paz, pero a nadie se le oculta la influencia y el poder paramilitar en muchas regiones del país.