más de 4.600 muertos y 200.000 desplazados

Los equipos de rescate siguen buscando supervivientes tras el terremoto de Java

Empieza a escasear la comida y el agua en las áreas más afectadas, debido al corte de carreteras, mientras los hospitales se colapsan

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Los equipos de rescate siguen buscando supervivientes tras el fuerte seísmo que ha causado la muerte más de 4.600 personas en la isla de Java, mientras empieza a escasear la comida y el agua potable en las áreas más afectadas. Las autoridades indonesias han recurrido a la ayuda y la solidaridad internacional para superar la catástrofe. El gobierno indonesio calcula que hay unos 200.000 desplazados.

En algunos barrios de la ciudad de Bantul tan sólo una de cada diez casas ha quedado en pie tras el terremoto de 6,2 grados de intensidad, el mayor de las últimas décadas en la zona, ocurrido poco después del amanecer. "El rescate de supervivientes es la principal prioridad", ha dicho el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono, quien se encuentra en la ciudad javanesa de Yogyakarta para supervisar las tareas de emergencia. "Todavía hay muchas posibilidades de salvar vidas, desde ayer hay más de quinientas personas trabajando, entre el Ejército, la Cruz Roja, voluntarios", ha declarado Heri Nero, responsable de uno de los equipos de rescate desplegados en Yogyakarta. "Esperamos que hoy se incorporen equipos de Yakarta y quizás también alguno de otros países". Los equipos de rescate evacúan también los cadáveres de quienes no consiguieron salir a tiempo de sus casas y quedaron sepultados.

Familiares, vecinos y amigos de ambos barrios han empezado a enterrar en las últimas horas a centenares de víctimas mortales en fosas comunes, a medida que los cadáveres eran recuperados. Concluida la evacuación, a lo largo de calles pueden distinguirse entre las ruinas restos de colchones, muebles, ropas, las telas de color son las que más destacan, bicicletas, juguetes e instrumentos musicales. "El terremoto fue muy rápido, la casa se empezó a mover de un lado al otro, salimos corriendo y vimos como se venía abajo sin que pudiésemos hacer nada", explicó un afectado. Desde la tragedia, tan sólo han comido unos fideos instantáneos traídos por algunos de los familiares que viven en el barrio, con quienes comparten un techo improvisado con plásticos y cañas de bambú. A menos de un kilómetro de la casa de este afectado, un grupo de vecinos piden dinero en la calle. "Todavía no hemos recibido comida ni agua y es difícil conseguir gasolina para moverse", indicó Yuli, de 30 años de edad. "Pero madera para cocinar tenemos mucha", bromea al señalar los tejados derrumbados a su alrededor.

Vías bloqueadas, hospitales colapsados

El aeropuerto de Yogyakarta, la capital provincial, permanece cerrado por los daños sufridos en uno de los tramos de la pista. Por este motivo, la ayuda tiene que ser desviada al aeropuerto de Solo y después transportada por carretera. "Las 36 próximas horas serán una pesadilla logística", ha declarado el responsable de la respuesta de emergencia regional de Naciones Unidas, Puji Pujiono. Además de la distribución de comida, agua potable y tiendas de campaña, Pujiono destaca que también necesitan medicinas y equipo médico.

Los centros sanitarios de Yogyakarta se encuentran desbordados por la catástrofe. Varios pacientes del hospital Muhammadiyah, en el centro de Yogyakarta, se quejaron de que habían tenido que comprarse su propio suero debido a la escasez, algo que los médicos del centro negaron. Además de sueros, se necesitan antibióticos, anestesia, material quirúrgico, analgésicos y gasas. "Necesitamos casi de todo, no tenemos maderas ni para hacer vendajes y estamos utilizando cartones", subraya Gunawan, uno de los médicos de urgencias mientras atendía a una paciente de avanzada edad con una fractura en el tobillo.

El ruido de ambulancias es constante por toda la ciudad y siguen llegando heridos. Sin embargo, más de la mitad de las personas atendidas ha sido dada de alta y los que quedan al menos ya no temen estar bajo un techo, porque la magnitud de las replicas ha disminuido. "Ahora ya estamos tranquilos, los terremotos son pequeños", dice Purbonoto, un residente de Bantul que ha recibido varios puntos en la cabeza. Riéndose, da una peculiar versión de las placas tectónicas: "Los temblores los provocan peces muy grandes, como ballenas, que chocan entre ellos en el fondo del mar".