Sociedad

El parque ferial de Madrid lucirá una réplica del buque insignia español en la batalla de Trafalgar

Reproducirá al detalle y en tamaño real el 'Santísima Trinidad', el mayor barco de guerra de la época, que se hundió frente a Barbate tras la contienda El navío será instalado en recinto Juan Carlos I y costará 12 millones de euros

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Como los perros de caza que acosan ferozmente a un jabalí herido, hasta cuatro buques ingleses rodearon durante horas al Santísima Trinidad. A cañonazo limpio lo desarbolaron, causándole más de 200 bajas. Los británicos no dieron tregua a los españoles hasta que el capitán de la escuadra franco-hispana, Baltasar Hi-dalgo de Cisneros, arrió la bandera, firmando así la capitulación del mayor barco de guerra de la época. Sucedió en 1805, durante la cruenta batalla de Trafalgar. Tras ser capturado, el imponente navío de línea terminó hundiéndose a 30 millas al sur de Cádiz, Frente al mítico faro de Barbate.

Dos siglos después de un combate naval que cambió el curso de la Historia, el Santísima Trinidad navegará a través del tiempo para reaparecer en Madrid. Dicho así puede parecer una locura, pero no lo es. Un potente grupo empresarial, en colaboración con la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital de España, cierra los últimos flecos del proyecto de construir una réplica exacta del mítico navío. Su propósito es convertir el imponente buque en el gancho de un parque temático o complejo cultural dedicado al maquetismo naval y a los descubridores españoles. El centro estará ubicado en un estanque artificial cercano al parque ferial Juan Carlos I.

Los promotores de este ambicioso proyecto han encargado el proyecto al último astillero de ribera de Bermeo (Vizcaya), el de Paco Mendieta. El coste total superará los 12 millones de euros. La construcción se prolongará durante tres años y ocupará a decenas de personas. En la última década, la carpintería de ribera de la villa marinera se ha convertido en una auténtica garantía de prestigio para este tipo de reproducciones. Entre otros finos trabajos, el astillero ha realizado las réplicas de un ballenero del siglo XVII y un telescopio del XVIII, y en la actualidad construye el mayor velero clásico de Europa en madera.

Construido en La Habana en 1769, el Santísima Trinidad fue el único buque de guerra del mundo con cuatro puentes. Estaba artillado con 136 cañones y su estampa era intimidadora, con sus nobles maderas de caoba, júcaro y caguairán brillando a los ojos del enemigo. Una eslora de 66,4 metros, una manga de algo más de 16 y un puntal de 18 completan las medidas de esta auténtica fortaleza flotante, que era gobernada por más de un millar de tripulantes. «Equivale a levantar un edificio de seis pisos de altura», compara Mendieta. La construcción del buque comenzará a finales de este año, una vez que se resuelvan los últimos detalles del contrato entre los promotores y la firma vizcaína.

«Esperamos terminarlo para mediados de 2010, aproximadamente», añade Mendieta. «Será el reto más grande que hemos afrontado hasta el momento».

Sin embargo, la dificultad del proyecto, más que por las colosales dimensiones del navío, «que las tiene», viene dada por la forma en que se llevará a cabo la construcción. El buque se realizará por piezas en el astillero de Bermeo, y cada una de ellas será trasladada después por carretera, en transportes especiales, a Madrid.

Una vez allí se procederá a su montaje y alineación. «Es como un gran puzzle, en el que hay que elaborar cada uno de los fragmentos en base a planos detallados de obra y numerarlos exactamente para ensamblarlos después», explica Mendieta. Para llevarlo a cabo, ha desarrollado una intensa labor de documentación histórica.

Carpintería de ribera

Una de las opciones que se barajan en el proyecto es aprovechar el proceso de ensamblaje del buque para que madrileños y visitantes conozcan de cerca los secretos de la carpintería de ribera, a través de visitas programadas un par de días a la semana.

Las cuadernas -el costillaje del buque-, los baos -piezas que unen los costados y sustenta las cubiertas de una embarcación- y la roda -parte gruesa y curva que forma la proa de la nave- se realizarán en roble, mientras que el forro y los materiales interiores serán de caobilla. «La madera se traerá semielaborada, probablemente de Rumanía o Bulgaria», detalla el propietario del astillero bermeano.

La recreación del Santísima Trinidad será absolutamente fidedigna. El barco, tras ser construido en Cuba, fue sujeto a modificaciones posteriores en El Ferrol y en astilleros de Cádiz.

Su mayor lastre radicaba en que el grosor del forro y de la cubierta era de unos sesenta centímetros; un blindaje inusitado en la época, cuando la mayoría de los navíos presentaba una entablación de unos 20 centímetros. «Fue un mártir de su propia fortaleza. Era muy duro, aunque eso lo hacía complicado para la navegación», destaca Mendieta.

El propietario del astillero bermeano se muestra ilusionado ante un reto con sabor histórico. Y es que Trafalgar fue el último gran combate naval de la era de la vela; también uno de los más sangrientos, en el que la flota combinada de españoles y franceses se vio superada por la mejor preparación, coordinación y eficacia en el empleo de la artillería de los ingleses.