PRESIDENTE. Zapatero, durante su primer discurso. / JAIME GARCÍA
ANDALUCÍA

Zapatero defiende un texto que acaba con la falsedad de los privilegios autonómicos

El presidente del Gobierno reclama el apoyo del PP para no tropezar dos veces en la misma piedra

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Con un discurso escueto y en tono conciliador, el presidente del Gobierno defendió en la tribuna del Congreso la admisión a trámite del Estatuto andaluz.

Rodríguez Zapatero defendió que esta reforma «demuestra» que el Estado autonómico «no consolida privilegio alguno, sino que ofrece oportunidades de desarrollo para las comunidades que quieren aprovecharlas»

El presidente también reclamó hacer un esfuerzo para «ampliar» el consenso político sobre el proyecto de Estatuto de Andalucía. En clara referencia al PP, aunque sin citar a este partido, advirtió que para alcanzar ese consenso se requiere una «mínima disposición» y un «abandono del no incondicional». En cuanto al contenido del Estatuto, defendió la unidad de la cuenca del Guadalquivir, dejando claro que habrá correcciones en este punto y también en lo que se refiere a las demandas competenciales. «El nuevo Estatuto andaluz debe superar esa idea de la división estanca de competencias para profundizar en el camino de la participación leal y efectiva en decisiones de clara afectación general», insistió.

Zapatero hizo un repaso de los logros de Andalucía en los últimos 26 años, desde que en 1980 esta región accediera a la autonomía. Entre ellos citó que es la Comunidad Autónoma más poblada de España, que ha incrementado en 1,5 millones de personas su población en 25 años, que ha aumentado en 20 puntos sus tasas de actividad y empleo o que ha aproximado su renta per cápita a la media europea.

El jefe del Ejecutivo atribuyó estos avances al autogobierno logrado por Andalucía en 1980 y se basó en ellos para defender el proyecto de Estatuto que ayer comenzó su andadura en el Parlamento, al tiempo que destacaba que Andalucía es «referente de equilibrio para la España autonómica» por su dimensión «territorial y poblacional», mediterránea y atlántica, por ser frontera de España y Europa con África y también por los sentimientos de «proximidad y simpatía» que genera. En su opinión, y en referencia a los populares, aunque sin citarles, es necesario tener en cuenta el «espectacular avance» producido en el último cuarto de siglo porque, de lo contrario, dijo, se corre el riesgo de «volver a equivocarse, de repetir el error, de tropezar dos veces en la misma piedra», en referencia a la postura de la derecha con el proceso de autonomía andaluza de 1980.

Un error que, según Zapatero, «no tiene disculpas en responsables políticos» cuando se enfrentan a «aspiraciones populares» ante las que, añadió, «no cabe cerrar los ojos, ni menos todavía responder con portazos o desplantes».

Acento social

Zapatero argumentó, en clara respuesta a las acusaciones de que parte del Estatuto andaluz eran para justificar el Estatuto catalán, que el texto presentado por Andalucía «destruye la falsa idea de privilegios de unas comunidades frente a otras» y «demuestra» que la reforma de los estatutos no es «ni artificial, ni es aspiración exclusiva de una comunidad u otra».

En su opinión, el Estatuto andaluz mostrará el «equilibrio y la consolidación» del modelo constitucional de Estado autonómico y lo reforzará, apuntando expresamente que lo hará «no para parecerse a otras» CC AA, sino para acercarse a lo que «desean sus propios ciudadanos», de los que dijo que «no quieren ser más, ni tampoco menos que nadie».

En este sentido y centrándose en el contenido del proyecto de Estatut, destacó que tiene unas «señas de identidad propias».