Algunas recolectoras cortan los brócolis que una de ellas, cargada con un corvo a sus espaldas, lleva hasta las cajas.
Jerez

La primera cosecha

A mano y con una cuadrilla de 20 personas que debía conocer bien el producto. Así ha sido durante un mes la recolección de brócoli experimental

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Terminó la prueba del brócoli que ha durado varios meses y con la que la organización Asaja Cádiz ha querido realizar el doble experimento de testar cómo se comportaba este cultivo en tierras acostumbradas a remolacha o cereales y con la que se iniciaba una relación comercial con empresarios hortofrutícolas de Murcia que son, al fin y al cabo, con los que tendrán que negociar precios los agricultores de la zona.

La pasada semana se recogieron las últimas de las 30 hectáreas que algunos socios de Asaja habían dedicado al brócoli y que han partido de inmediato para la región murciana en 30 camiones de alrededor de 10.000 kilos cada uno para dar una rápida salida al producto en el mercado. Han sido 300.000 kilos de brócoli que «ya deben estar en la cocina de cualquier casa» y que aún no se sabe si serán unos de los referentes de futuro para el campo gaditano.

No en vano, como explicaba el técnico de Asaja Cádiz Álvaro Salas, «aunque el brócoli ha funcionado muy bien en la zona y tiene la ventaja de que siempre se vende, ya sea en fresco o para el congelado», hay dificultades como «el precio al que nos lo pagan, que depende de cómo esté el mercado cada semana y que a veces es menos rentable para el agricultores, sobre todo por los costes que supone tener que enviar el producto a Murcia».

Mientras se cargaban en el camión los palés (las grandes cajas que un tractor trasladaba de un lado a otro), Salas dejaba muy claro que «lo que realmente haría rentable este cultivo y estimularía a los agricultores a apostar por él sería que alguna industria apostara por la zona. Así se ahorrarían costes y todo el valor añadido se quedaría en Jerez».

Una industria que haría necesaria más mano de obra, como la que la recolección del brócoli ha creado y que durante un mes ha dado trabajo a una cuadrilla de alrededor de 20 personas de la zona rural de Jerez.

Y es que la cosecha de este producto -que cada vez tiene más aceptación en el mercado y en la cocina- se ha realizado a mano y con un cuidado extremo ya que «hay que tener un buen conocimiento de la planta, saber las que valen y las que se han abierto demasiado, o la altura a las que hay que cortarlas para que la industria las dé por válidas», explicaba Salas.

Así, cada uno de los miembros de la cuadrilla se ocupaba de recolectar dos líneas de brócoli, que iban cargando en unas espuertas hasta que se llenaban. Entonces, para no tener que parar ni desplazarse a los palés, al grito de «¿cuba!» llamaban la atención de las compañeras que cargaban a sus espaldas con unos grandes corvos, y que eran las encargadas de llevar los brócolis a las cajas.

Una cadena humana en la que todos los miembros de la cuadrilla se iban turnando en las distintas tareas y que ha trabajado a pleno sol para que cajas y cajas de brócolis cortados con una medida estándar de 15 centímetros -como les explicaron los empresarios- y limpios de hojas hayan viajado hasta Murcia, donde la industria los ha empaquetado en lotes de unos 500 gramos que han salido a la venta de inmediato.

Una prueba que se ha saldado con éxito, que ha dejado buenos precios para la media docena de socios de Asaja que apostaron por este experimento -sobre todo en las últimas semanas, cuando el precio de mercado era más alto- y que es un paso más en el futuro agroalimentario de una comarca que necesita alternativas.