Limpia y da esplendor

Queremos hacer de Cádiz un emporio turístico, en donde finlandeses, noruegos o germanos compren viviendas en segunda línea de costa en Medina, Benalup o Paterna. Soñamos con que nuestro puerto se amplíe para que lleguen cruceros y los japoneses invadan Santa María y la Viña. Pero en lo más sencillo, fallamos como los delanteros de Espárrago ante el portero contrario. El lunes, las playas de Cádiz y San Fernando desprendían a un hedor intenso desde su fina arena. Y es que las basuras no habían sido recogidas y permanecían estancadas con su perfume de Armani.

Cordobeses, sevillanos, madrileños y los propios habitantes de los municipios afectados salían huyendo en estampida ante el calamitoso estado de la zona en el primer puente vacacional con buen tiempo climatológico.

Pretendemos que el turismo recoja el relevo de la industria como motor económico de una provincia que no sólo ha sido olvidada por los poderes públicos, sino

que también hierra en sus propias costumbres urbanas. No sólo los políticos tienen la culpa de todo (¿que a lomejó¿). Se ha preguntado usted, querido lector, ¿cuántas veces ha separado la basura en los tres colorines preceptivos? ¿Se acuerda de la última vez que depositó algo en una papelera? Luego, vendrá éso de exigir que no se dé ninguna concesión de limpieza a un amigo del partido que gobierne y dar ejemplo en el ejercicio del poder. Pero iniciemos, desde nuestra propia efímera existencia, una labor de educación sobre la limpieza de nuestro propio entorno.