SPA. Algunas cadenas reservan el balneario a las mujeres.
Sociedad

Hoteles sólo para mujeres

Varias cadenas empiezan a reservar plantas e incluso locales exclusivamente para público femenino, con tratamientos, instalaciones y detalles vetados a los hombres

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Los hoteles para ejecutivos siempre han gastado una cierta fama de uniforme de colegio: todos iguales. Pero el paisaje de los aeropuertos y las ciudades de negocios occidentales ha cambiado mucho en los últimos años, tanto como para antojarse irreconocible. De la corbata al traje de chaqueta, al bolso. Y los hoteles andan metidos en una transformación parecida. Han descubierto un nuevo cliente al que mimar. Algunos han llegado al extremo: hoteles enteros (o bien alguna planta) pensados especialmente para ellas. Y otros muchos se afanan en modificar su aspecto con detalles femeninos.

No queda claro dónde empieza esta vía de negocio. Hay quien cita como uno de los primeros ejemplos un hotel de Zurich gestionado por mujeres, el Lady's First, abierto en 2001 con la intención de admitir sólo a viajeras.

Quizá su propuesta llegó antes de tiempo, porque finalmente tuvo que aceptar la presencia masculina. Pero aquella aspiración de la época inicial sigue presente en el diseño de sus instalaciones, en sus esfuerzos por incluir productos de belleza, masajes y, por supuesto un servicio de spa exklusiv für frauen (balneario exclusivo para señoras).

Esta moda (femenino, singular) se trasladó pronto a Londres, cu-riosamente la ciudad de los clubs de gentlemen. El Grange City Hotel inauguró en septiembre de 2005 su oferta «enfocada a las ejecutivas», y según su responsable de marketing, el resultado es «excelente».

«De las trescientas habitaciones del hotel, sesenta y ocho se han diseñado a la medida de las mujeres viajeras», con detalles tan sutiles como una mirilla en la puerta, que no se instala en los cuartos normales, o estanterías especialmente grandes en el baño. Y no muy lejos, el Park Lane Hilton abrió no hace mucho una planta femenina, 21 habitaciones en las que se transmite con insistencia una idea en forma de tridente: «Seguridad, discreción y confort». El Grange o el Park Lane son granos de arena en un territorio cada vez más grande, al que se llegan cada día otros muchos hoteles en Europa y en Estados Unidos, donde hallamos -por citar alguno- el Hamilton Crowne Plaza de Washington.

La Travel Industry Association de aquel país asegura que «el 43 por ciento de los viajeros de negocios son mujeres, un tipo de cliente que consume más, ronda los 40 años y gana unos 75.000 dólares al año». El sector turístico ha tomado buena nota de ese perfil.

En Estados Unidos, en efecto, la información en torno a lo que llaman The female factor (el factor femenino) es abrumadora. La compañía aérea Virgin Atlantic asegura que el 30 por ciento de sus pasajeros de las clases business y premium economy han sido ocupadas en los últimos tres años por mujeres. No hablamos de un sector baladí, o de una gracia chic para minorías. Incluso en internet, algún avispado se ha apresurado a lanzar el portal www.ladiesaway.com, con información (también hotelera) dirigida a las mujeres de negocios.

En España también empieza a calar el mensaje. Los responsables de NH Women Style señalan que «el objetivo es que las mujeres se sientan cómodas, como en su casa, que no tengan que llevarse en la maleta un montón de cosas que ya le podemos facilitar».

Y una idea de parecido corte flota sobre las mesas de los directivos de hoteles tradicionales, como el Intercontinental, y de los novísimos, como los Vincci o los High Tech. Por supuesto, esta «discriminación positiva» tiene defensores y críticos.

Hay quien aprecia el esfuerzo por abandonar los espacios «sólo para hombres», y quien duda de su eficacia. Pero el hecho es que parece claro que la tendencia empieza a abrirse camino.