Sociedad

Trasplantarán en Valencia las manos de un cadáver a una mujer mutilada

Aguardan la aparición de una donante para implantar a la paciente unas nuevas extremidades 20 años después

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Alba perdió las dos manos tras un accidente pirotécnico en Tarragona. Más de veinte años después podría recuperarlas gracias a un trasplante que llevará a cabo el cirujano Pedro Cavadas en el Hospital La Fe de Valencia. Aunque no se trata de la primera intervención de este tipo en el mundo, sí que es la primera que se realiza a una persona que lleva tanto tiempo sin manos, lo que supone un reto añadido a la intervención.

En estos momentos, el equipo está a la espera de que se encuentre un donante, que debe ser una mujer de 35 a 40 años, para llevar a cabo la intervención, que ya cuenta con la autorización de la Organización Nacional de Trasplantes. La operación, que sólo puede llevarse a cabo en un centro público acreditado para la realización de trasplantes, ha requerido la firma de un convenio entre la Conselleria de Sanidad de la Generalitat Valenciana y la Fundación Pedro Cavada.

La compleja intervención tendrá lugar en el Hospital La Fe, un centro pionero en el área de trasplantes y el centro europeo que más implantes ha realizado en adultos.

Una vez que se cuente con un donante apropiado, para lo que se necesita el consentimiento explícito de la familia, un médico del equipo del doctor Cavadas se trasladará hasta el hospital donde se encuentre el cadáver para realizar la extracción. A partir de ese momento se contará con un plazo de cuatro horas, que podrían alargarse hasta un máximo de seis, para llevar a cabo el doble trasplante; un tiempo sensiblemente inferior al de otros órganos, pues la musculatura aguanta peor la falta de circulación sanguínea. En el caso del hígado, por ejemplo, los cirujanos tienen un margen de hasta un día para realizar el trasplante del órgano.

La intervención, la primera de estas características que se realiza en España, contará con la participación de cuatro cirujanos y uno o dos anestesistas.

El trasplante obligará a acortar el antebrazo de la paciente unos centímetros con el fin de asegurar el implante de los nuevos miembros, según explicó el doctor Cavadas, quien destacó que está previsto que la operación se prolongue entre 12 y 14 horas. La intervención se iniciará con esta reducción del esqueleto de la receptora y la identificación de todas las estructuras, desde los nervios y músculos hasta las venas y arterias.

Tratamiento de por vida

Posteriormente se procederá a recortar los antebrazos y estructuras de las manos de la donante para amoldarlos a los de Alba.

Tras fijar las dos manos al esqueleto con placas y tornillos, se procederá a reparar las venas y arterias y restablecer la circulación sanguínea, además de los nervios, los músculos y, por último, la piel.

Tras el trasplante, la paciente deberá seguir durante toda su vida un tratamiento de inmunosupresores para evitar el rechazo de las manos. Esta circunstancia hace, según explicó Cavadas, que estos trasplantes no sean aconsejables a todos los pacientes y, debido a los efectos secundarios de estos tratamientos que afecta sensiblemente a la calidad de vida, los beneficios obtenidos deben compensar ampliamente el riesgo. Esto es lo que ocurre en el caso de Alba, en el que la intervención está sobradamente justificada al tratarse de la pérdida de dos manos, lo que limita mucho su vida.

En esta ocasión no se necesitará un trasplante adicional de médula del mismo donante, como se ha llevado a cabo en otros trasplantes para minimizar el riesgo de rechazo. En cuanto a la recuperación de la función cerebral encargada de mover las manos, los expertos son muy optimistas debido a las pruebas realizadas en Alba, que muestran que las regiones del cerebro que normalmente controlan las manos siguen activas y han pasado a controlar los muñones, según explica Cavadas.

En una operación similar realizada hace seis años a un joven al que se le trasplantaron las manos cuatro años después de perderlas en un accidente, las pruebas realizadas con escáner demostraron que el cerebro había reconocido sus nuevas extremidades y el área cerebral que controlaba su movimiento había reasumido su trabajo.

Un neozelandés de 48 años, Clint Hallma, que perdió su mano derecha en un accidente con una sierra eléctrica en 1984, fue la primera persona a la que se realizó un trasplante de mano, en 1998, aunque después abandonó la medicación y exigió que se la volvieran a amputar. Cavadas logró salvar hace dos años un brazo amputado manteniéndolo unido durante 9 días a las arterias de una pierna.