CAMINO DEL CENTRO. La Virgen de Gracia y Esperanza al encuentro de su Hijo orante. / ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

La Pasión, según Extramuros

La estación de penitencia de la Oración en el Huerto avisa de la necesidad de más cofradías más allá de Puerta Tierra

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No cabía un alfiler en los alrededores de la calle Acacias. Bueno ayer, el año pasado, el anterior y así desde hace varias décadas. Es uno de los encantos, no el único, que posee la hermandad de la Oración en el Huerto, que cada Jueves Santo nos recuerda que Extramuros habla claro y alto en esto de la Semana Santa.

En la puerta de la iglesia de San Severiano no se mira al cielo. En el interior del patio donde forman los penitentes tampoco. Hay nerviosismo, lógico, porque se trata del instante más esperado y que culmina el trabajo de todo un año. Pero tampoco hay otros motivos para ello porque la organización una vez más resulta ejemplar y los hermanos de fila saben perfectamente donde tienen que recoger su correspondiente cirio.

De dentro para afuera y de afuera para dentro, el hermano mayor, Fernando Reyna, no para. Si el Miércoles Santo en el convento de Santo Domingo se rendía merecido homenaje a Julio Oliva por su trabajo en Cigarreras, algún día se reconocerá la labor de Reyna, porque, aunque ninguno seamos imprescindibles en ningún ámbito de la vida, su presencia se antoja más que necesaria para que esta cofradía siga cobrando auge.

Poco antes de las seis de la tarde se abren las puertas de la iglesia de San Severiano y comienzan a avanzar las primeras secciones de penientes. Son muchos, con hábitos cuidados y conscientes de la enorme paliza que les espera, pero todo queda contrarrestado por el gran cariño y devoción que profesan a los titulares.

Diez minutos después de las seis de la tarde, el misterio asoma por el dintel de la puerta del templo. Previamente un representante de la junta de gobierno se dirige cariñosamente a la cuadrilla de cargadores que dirige José Luis González Morillo, el hijo del querido José González Porcel. «Un año más nos disponemos a cumplir nuestra estación de penitencia, pasito a paso, con mecido, como llevamos haciéndolo desde hace tiempo». Hermanos Cirineos interpreta la Marcha Real y Carmen Campo se arranca con una saeta, antes de que el misterio, adornado con iris, se pierda camino del Instituto Hidrográfico. Todo en medio de un calor ambiental y cofrade que encuentra muy pocos equivalentes en otros lugares del casco antiguo.

Lás cámaras de Andalucía Directo se convierten en testigos privilegiados de este instante sagrado de la salida. Mientras sus operadoras comienzan a grabar, el palio de la Virgen de Gracia y Esperanza empieza a moverse antes de asomarse a la multitud de cabezas que, expectantes, aguardan a la Dolorosa.

Poco antes de las seis y media, Fernando Cossío toma el martillo y ordena la primera levantá que precede a la maniobra dirigida con maestria y cariño por Juan José Fernández. Segundos después sólo se escuchan aplausos.

Con un sol de justicia, y sonando Cádiz Cofrade aunque estemos en extramuros, la imagen se perdía en busca de su Hijo orante, antes de que ambos se reencontrasen, dos horas más tarde, con la multitud congregada en Teniente Andújar y sus cercanías, lugar donde le profesan una enorme devoción.

Puerta Tierra vivió un año más de manera ejemplar y multitudinaria su particular manifestación de fe en torno a unos titulares, que diez horas después regresaban a San Severiano en una recogida fervorosa y seguida. Un exponente claro de que la Semana Santa debe hacerse más presente en este rincón de Cádiz que así lo demanda.