CUESTIONADOS. Saura, Maragall y Rovira, durante la celebración de sus dos años de gobierno. / EFE
ESPAÑA

Un tripartito a la deriva encara la ratificación del Estatuto catalán

La Generalitat intenta resolver las tensiones internas y apuntalar un andamiaje político que se cae a trozos de cara al referéndum de junio Es improbable que ERC siga en el Gobierno si pide votar 'no' en la consulta

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El Gobierno que dirige Pasqual Maragall se parece cada vez más a un barco a la deriva. Las trifulcas y tensiones internas entre los tres socios -PSC, ERC e ICV- se han convertido en moneda corriente. El tripartito debe gestionar la celebración del referéndum de ratificación del nuevo Estatuto catalán, previsto para junio si el Senado no lo impide, pero «nadie sabe lo que pasará» después, según coinciden fuentes tanto socialistas como republicanas.

Y, hasta junio, el camino puede ser infernal. Maragall está en la cuerda floja. Carece de la autoridad suficiente para imponerse a sus consejeros e incluso a su propio partido. Lo demostró al no poder actuar contra el consejero de Gobernación y Administraciones Públicas, el republicano Joan Carretero, que se despachó a gusto contra José Luis Rodríguez Zapatero en una entrevista.

Piña en torno a Carod

Y lo confirmó tras estallar la polémica por las cartas en las que ERC exigió el pago de cuotas bajo amenaza de despido a cargos de confianza y empleados de la Generalitat vinculados al partido republicano. Maragall, una vez más, forzó que el conjunto del Govern hiciera piña en torno al partido de Carod-Rovira.

En este complejo contexto, los socialistas catalanes aparecen cada vez más confusos; algunos de sus dirigentes y buena parte de las bases a duras penas logran ocultar su malestar por la estrategia nacionalista de Maragall. Además, el acuerdo sobre el estatuto alcanzado entre Rodríguez Zapatero y Artur Mas, presidente de CiU, ha dejado al PSC y a su socio ERC fuera de juego en la política española. Iniciativa se salva, pero es una fuerza bastante marginal y que cuenta poco en las decisiones del Gobierno de la Generalitat.

Los republicanos se han sabido imponer como árbitros de la situación política catalana y de este partido depende en buena medida la continuidad del tripartito. El asunto más complejo a corto plazo es la posición que adoptará en el referéndum estatutario, porque una cosa es votar que no al texto en el Congreso y abstenerse en el Senado y otra bien distinta comparecer ante el electorado catalán con la misma consigna que el PP, aunque la coincidencia sea formal y no de contenido.

Hoy por hoy, nadie sabe qué hará ERC de aquí al referéndum del próximo mes de junio, pero nadie cree que pueda mantenerse en el Govern si se opone al nuevo Estatuto. De momento, el partido republicano no va a mover ficha y seguirá en el tripartito entre otros motivos porque así lo desea su sector institucional y porque es una excelente plataforma desde la cual puede controlar amplias parcelas de la actividad política, social, económica e institucional de Cataluña.

ERC es un socio incómodo para el PSC, pero sigue siendo imprescindible para la continuidad del tripartito. Sus dirigentes lo saben y seguirán utilizando todas las bazas posibles para mantenerse en el poder. Mientras, el PSOE le ha retirado la confianza a Maragall, CiU afila los cuchillos y se prepara para las futuras batallas políticas y electorales y el PSC intenta poner orden en sus filas y en sus ideas.