RITUAL. El aclamado Cuarteto Brodsky fue el encargado de estrenar la revisión de José Luis Turina.
Cultura

Vuelven las siete palabras

Un concierto del Forster Quartett Manchen recordará hoy a las doce y media en la Santa Cueva la partitura ideada por Joseph Haydn para la capilla gaditana

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Hay ritos que cada año regresan pausados al calendario, rememorando pasados gloriosos sin que por ello alcancen la notoriedad de una portada, de una asistencia masiva, de una clara apuesta por trascender. Hoy, a las doce de la mañana en el Oratorio de la Santa Cueva, varias decenas de personas se reunirán como cada año para rememorar esa mezcla de misticismo y música de las Siete últimas palabras de Jesucristo en la cruz de Haydn. Una partitura compuesta exprofeso para el templo gaditano por el genial compositor vienés que rememora no sólo uno de los pasajes definitivos de la Pasión de Jesucristo, sino también y sin quererlo, el pasado de una ciudad que hoy, tímidamente, vuelve a recordar los vestigios de un dorado pasado.

Corría el año 1756 cuando los parroquianos de la Cofradía de la Madre Antigua descubrieron una caverna excavada en la capilla donde solían reunirse para rezar. Todavía más unidos en torno a un hallazgo que se convirtió también en la propia seña de identidad del grupo -a partir de entonces conocido como la Hermandad de la Santa Cueva-, la llegada a la congregación del sacerdote José María Sáenz de Santamaría, Marqués de Valdeíñigo, supuso un impulso a para los habituales cónclaves en los que los devotos se reunían para reflexionar sobre el calvario de Cristo.

Sería este religioso el que diera el paso de dotar al misterioso habitáculo del esplendor que le darían los maestros locales. Inaugurada en 1738, las pinturas de la capilla corrieron a cargo de Francisco de Goya y la música que la inspirara de Joseph Haydn. Dos nombres definitivos en la historia del arte y la música que convertirían a la caverna en una obra de arte eterna.

Tras recibir el encargo del canónigo gaditano, Haydn se puso a trabajar en una partitura que recogiese las últimas frases de Jesucristo a las que el compositor añadió un prólogo y un epílogo conformándola con nuevos movimientos.

Dificultades y versiones

Entre las complejidades del encargo, estuvo la de conciliar la tristeza que debían emanar de los pasajes de la partitura -en realidad siete frases: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»; «En verdad te digo hoy estarás conmigo en el Paraíso»; «Mujer, he aquí a tu hijo, y tú, he aquí a tu madre»; «Dios Mío, Dios Mio, ¿Porqué me has abandonado?»; «Tengo sed»; «Todo está cumplido» y «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»- con una lentitud que no hastiase al oyente. Un propósito que Haydn selló con éxito y que le valió la admiración de sus contemporáneos y más allá.

Y es que el éxito de la pieza fue tal que muy pronto el propio Haydn debió firmar distintas versiones para orquesta y para cuarteto de cuerda. Con el paso de los años, otras fórmulas fueron la firmada por Joseph Friebert para Oratorio, y más recientemente, la creada por el compositor contemporáneo José Luis Turina en la que se cambió el orden de las palabras «desde la más sombría hasta la resurrección como esperanza». Estrenada en 2004, su puesta de largo en la Santa Cueva gaditana, volvió a poner sobre la mesa la vigencia de una partitura y de una temática imposibles de separar de la capital gaditana.