'SUPERVIVIENTE'. El nombre de Rafael Pérez Bocanegra figuraba en una lista de desaparecidos.
Cultura

«Mi nombre estaba en un mausoleo a los caídos»

Rafael tuvo que pedir a los encargados del cementerio que lo borraran de entre los muertos tras darlo por desaparecido en el hundimiento del 'Baleares' en 1938

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Rafael Pérez Bocanegra tiene 89 años y con frecuencia olvida qué almorzó el día anterior, aunque hayan sido huevos fritos con patatas y jamón o boquerones, sus manjares favoritos. Sin embargo, el anciano recuerda con brillante lucidez el día en el que un torpedo republicano hundió el Baleares, el crucero de la armada nacional en el que le «tocó estar» durante la Guerra Civil. A Rafael le resulta fácil transportarse a aquellos tiempos y hasta se podría decir que se deleita trayendo a su memoria esos viejos recuerdos de espanto. Él era músico, tocaba el clarinete, así que cuando el gran buque empezó a zozobrar entre llamas y una sirena anunció el zafarrancho de combate sólo tuvo que preocuparse de ponerse a salvo. Se deslizó por un cabo hasta el mar y, nadando entre el petróleo con las manos ensangrentadas, esperó el rescate de un barco inglés, que le salvó la vida.

El abuelo no precisa fechas ni nombres, pero estudiando la enciclopedia los datos quedan contrastados. La embarcación que lo rescató, a él y a otros 434 náufragos, tuvo que ser el Boreas o el Kempenfelt. El combate se conoce como la Batalla de Cabo Palos, una de los grandes conquistas de la escuadra republicana, y el calendario marcaba exactamente el 6 de marzo de 1938. Un día que ha quedado grabado con fuego en la memoria de este buen hombre.

Después de un tiempo de recuperación en un hospital de Mallorca, el músico, que por aquel entonces era un apuesto mozo de 21 años, volvió a su casa de Cádiz capital y cada año desde que pasó la guerra los supervivientes del Baleares de la costa gaditana se reúnen, aunque ya sean muy pocos.

Dado por muerto

Hace unos treinta años en una de estas celebraciones, los antiguos compañeros de navío fueron juntos a visitar «un pequeño mausoleo que un almirante de la Marina había construido en honor a los fallecidos en Algeciras». Con la neblina del paso de los años Rafael no logra discernir si este reconocimiento era una lápida, una cruz o un gran azulejo. «El caso es que encontré mi nombre entre los caídos», relata sin perder la sonrisa. Alguien lo había dado por muerto y había contribuido así a crear la maquiavélica imagen de quien observa su propia tumba, aunque Rafael lo cuenta sin traumas ni recelos: «Simplemente pedí a los encargados que por favor borraran mi nombre de la lista de fallecidos». Pero la verdad es que aún no sabe si aquel reconocimiento de piedra todavía lo sitúa arriba en los cielos.

Un empleado del cementerio antiguo de Algeciras, Javier, se encargó hace tan sólo unos días de comprobar que en la cruz de piedra que se levantó en ese lugar en honor a los caídos durante la Guerra Civil ya no figuraba Rafael Pérez Bocanegra, músico de tercera. Pero, se desconoce si es que alguien tuvo el grato detalle de borrar el nombre del vivo de entre los muertos y zanjar la equivocación o si bien, hubo tiempo atrás otro reconocimiento a los combatientes fallecidos en esta ciudad.

A Rafael en realidad poco le importa. A él sólo le gusta recordar su batalla y repetirla y repetirla cada vez que tiene un pequeño auditorio, en las comidas familiares, en las meriendas o cuando conoce a una nueva persona, un nuevo blanco con oídos desconocedores de su historia. Desde que es abuelo Rafael sólo ha ido al cine una vez, a ver Titanic. Él sólo quería ir a ver esa película para recordar el día más importante de su vida, en el que tuvo muchas posibilidades de perecer en el fondo del mar, pero que la buena fortuna quiso que se librara de las aguas. «El Baleares se hundió igual de rápido que el Titanic, pero en el buque de la Armada la gente -exactamente 786 personas- se murió entre las llamas y no entre el hielo», explica el gaditano a todo el que le quiera escuchar.