Francisco Pérez López, frente a la fachada de Valverde, 10, donde vive mientras se desarrollan las obras en su interior.
CÁDIZ

Una convivencia modélica entre andamios y piquetas

Francisco Pérez, que lleva décadas viviendo y trabajando en la calle Valverde, decidió quedarse en su vivienda mientras reformaban la finca número 10

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Vivir rodeado de obras puede ser una tortura. O no. Francisco Pérez López es uno de los que podría aguantar lo que le echen en su vivienda, mientras el edificio que habita está patas arriba. Y es que este hombre, que trabaja y vive en la calle Valverde -aunque no en el mismo número- afirma no sufrir las molestias, más allá de lo normal, de las obras que se llevan a cabo para remodelar el número diez de esta gaditana vía.

«La mayor parte del tiempo, cuando ellos están trabajando, yo estoy aquí, en la tienda y después cuando llego, tampoco me molestan. Hasta puedo dormir la siesta», comenta.

La relación

Se podría decir, de hecho, que la convivencia entre los obreros de Edicasa Occidental que llevan a cabo las reformas y Francisco, es modélica.

«Ellos barren las escaleras y siempre están encima de nosotros, nos consultan y nos preguntan que nos parece esto o lo otro», asegura este vecino, que habita en el número 10 de Valverde desde el año 1961.

Cuando se planteó la remodelación del edificio, que aunque se conservaba en buen estado necesitaba urgentemente reformas, Francisco decidió quedarse a vivir allí. Antes ocupaba el tercero, pero con las reformas se bajó a la primera planta y ése es el piso que piensa ocupar, «hasta que me vaya camino de Chiclana», comenta con mucho humor.

Por ello, los promotores tuvieron que construirle un corredor para que pudiera entrar y salir sin necesidad de pasar por la obra, ahorrándose las consiguientes molestias: barreras arquitectónicas, andamios o la obligatoriedad de ponerse un casco para transitar por allí.

De esta forma, unas planchas de metal separan la zona de trabajos de la escalera que conduce a la vivienda de Francisco. Además, en el corredor de su piso colocaron unos tabiques de pladur para evitar, en la medida de lo posible, la entrada de polvo y materiales de la obra.

Conservación

Hay que tener en cuenta que la rehabilitación integral de un edificio supone el cambio de puertas, paredes, suelos y en ocasiones, hasta las vigas. En este caso, sin embargo, al tratarse de una finca situada en el casco histórico y además bien conservada, se han podido salvar muchos de los elementos originales. Los seis amplios pisos que tenía el edificio -más una azotea- se han divido para dar cabida a más vecinos.

El edificio, además, cuenta con una preciosa torre que también albergará una vivienda en forma de dúplex y que puede divisarse desde la calle. Algunos de los azulejos del interior, en las escaleras, se conservarán en el mismo lugar.

Asimismo, se construirá un ascensor para facilitar la movilidad de los vecinos.