Sociedad

No es cuestión de dinero

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La creencia popular considera el descapotable como un artículo de lujo al que no puede acceder una persona de ingresos normales, pero eso sólo es cierto en parte. Hoy en día, las diferentes marcas ofrecen descapotables de todos los precios, desde pequeños Smart, Nissan Micra o Peugeot 206, que apenas superan los 15.000 euros de precio, hasta los millonarios Ferrari F430 Spider, Aston Martin DB9 Volante o el Bentley Azure, el automóvil descubierto más caro del mundo.

Poseer un roadster como un Mazda MX5 no implica necesariamente ser un magnate, pero sí recomienda reunir algunas características. No es un coche que ofrezca confort. No se puede usar cada día, como una berlina o un utilitario, y sus dos plazas lo hacen inapropiado para un usuario que tenga familia. En muchos casos, la posesión de uno de estos coches implica que se utilice como segundo vehículo y, claro, entonces se convierte en un capricho caro, por ser un automóvil añadido a otro, más práctico. No existe tampoco un prototipo concreto de propietario, pero es más frecuente verlo en manos de gente joven, soltera o incluso jubilada, aunque hay parejas afortunadas que tengan uno en el garaje como alternativa a su berlina, utilitario o monovolúmen de diario.

Para entender pros y contras, lo mejor es recurrir a un ejemplo. Carlos Cantero regaló a su mujer un viaje por la Costa Mediterránea en un BMW Z3. «La experiencia fue divertida, pero el viaje fue algo cansado. La postura de conducción es incómoda si se hacen muchos kilómetros». El testimonio ilustra que no son apropiados para grandes desplazamientos. Es para uso esporádico, escapadas cortas y, eso sí, muy placenteras.

Por último, un aviso. Conducir un descapotable, por modesto que sea, es sinónimo de acaparar todas las miradas en calles, avenidas y carreteras: absténganse los tímidos.