Tribuna

Dos años de Gobierno socialista

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El próximo mes se cumplen dos años de Gobierno socialista en Andalucía y en España; un buen momento para realizar un balance de la gestión desarrollada. Estas fechas, en torno al segundo aniversario que se aproxima, son las más adecuadas para valorar la gestión desarrollada por el Gobierno de Zapatero y el comportamiento político del principal partido de la oposición.

En estos días la actualidad está copada por el alto el fuego permanente de ETA, como lo ha estado en el pasado por el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Ambos asuntos tienen una gran importancia y, como tales, deben formar parte de cualquier valoración de lo acontecido en los dos últimos años, pero no deben ocultar todo lo demás.

Quienes han conseguido el objetivo estratégico de centrar el debate político en estos asuntos, a la vista de la evolución experimentada por los mismos, quizás lo estén lamentando en estos momentos. Al menos tendrán el consuelo de haber conseguido sepultar el trabajo de los diferentes ministerios.

Los perfiles más significativos de la acción de Gobierno se podrían resumir en la constatación de tres hechos evidentes: España disfruta de una buena situación económica, ha mejorado sustancialmente la calidad democrática con la ampliación de los derechos individuales y se están sentando las bases para la modernización del estado de bienestar.

Nuestro país encabeza el crecimiento económico en la Unión Europea, lo que está teniendo efectos beneficiosos sobre el empleo, sin que debamos dejarnos llevar por la euforia, por las incertidumbres de futuro derivadas del encarecimiento del petróleo, la excesiva dependencia del ladrillo y el escaso desarrollo tecnológico, aspectos que lastran nuestra competitividad en los mercados globalizados.

El pulso democrático de España late acompasado por la centralidad del parlamento en la canalización del debate político, por los esfuerzos de interlocución del Gobierno socialista, especialmente con los responsables institucionales de la Comunidades Autónoma, y por la ampliación de los derechos individuales a diferentes colectivos sociales, con el fin de garantizar la igualdad de la mujer, de los colectivos homosexuales, de los emigrantes, etc.

El Gobierno de Zapatero está empeñado en extender el estado de bienestar, consolidando los servicios y prestaciones públicas tradicionales y ampliando la protección de colectivos con especiales dificultades. La subida del salario mínimo y de las pensiones, el incremento del dinero destinado a becas, se verá reforzado con cambios legislativos tan importantes como los referidos a la educación y a la protección de las personas dependientes.

En cualquier contabilidad política de estos dos últimos años, no debe faltar el cumplimiento del difícil y arriesgado compromiso electoral de retirar las tropas de Irak, especialmente en estos momentos en los que el resto de los protagonistas de la foto de las Azores, anuncian su voluntad de marcharse o encuentran cada vez más dificultades para justificar su permanencia.

También la oposición debería aprovechar la cita ineludible del calendario para hacer memoria de su trabajo, en nuestra perspectiva, excesivamente prisionero del pasado e incapaz de asumir con todas sus consecuencias la voluntad de los ciudadanos manifestada en las urnas.

Obcecados en la idea de que el triunfo socialista sólo fue fruto del escenario político creado por el atentado terrorista de Madrid, siguen obviando la secuencia suicida de mentiras encadenadas seguida por el Gobierno de Aznar, que comenzó en el Prestige, siguió con la ley universitaria y la presencia de armas de destrucción masiva para justificar la guerra de Irak, para concluir con el desvergonzado empeño, aún no concluido, de asignar a ETA, contra toda evidencia, la autoría del atentado. Fue la gota que colmo un vaso ya lleno de mentiras, la evidencia palpable de que eran capaces de mentir incluso en situaciones tan excepcionales y dramáticas.

Tras la derrota, diseñaron una estrategia que consistía en fidelizar al electorado propio y desmovilizar al del contrario, con un doble discurso. De un lado, el triunfo socialista no era legítimo, había sido obtenido con malas artes, de otro, el Gobierno socialista ponía en peligro la unidad de España, la lucha contra el terrorismo, la supervivencia de la Constitución y los valores cristianos de nuestra sociedad.

Una vez más la derecha española se envuelve en la bandera del patriotismo, se apropia de la Constitución expulsando a quienes la votaron y pone en su nómina a Dios, cuando menos a los obispos, sus intérpretes en la tierra, convertidos en promotores permanentes de manifestaciones y protestas contra el Gobierno socialista.

El anuncio de tregua permanente de ETA podría marcar una inflexión en la estrategia del PP, para pasar a mantener posiciones más equilibradas que lo sitúen en el centro derecha, abandonando el discurso de las dos España, pero eso exige una catarsis interna en la que cambien los interlocutores políticos y se produzca la necesaria renovación. Por el momento, y a la vista de los discursos, no caerá esa breva.