Palestinos observan los restos del coche de Abú Yusef. / EFE
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La muerte de un jefe radical a manos palestinas aviva el riesgo de un conflicto civil

Tres personas perecieron en tiroteos durante el entierro del líder de los Comités de Resistencia Popular

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Tres personas murieron y treinta resultaron heridas en los tiroteos entre palestinos que tuvieron lugar ayer en el entierro de un jefe miliciano de la franja de Gaza que había sido asesinado por la mañana. Los peores disturbios que vive la zona en varios meses abren interrogantes sobre la posibilidad de que estalle una conflicto civil sólo dos días después de que los ministros de Hamás juraran sus cargos.

El detonante fue la explosión de una bomba colocada en los bajos del vehículo de Jalil al-Quka, alias Abú Yusef, un líder local de los Comités de Resistencia Popular, unas milicias que cuentan con unos 200 hombres y a las que Israel acusa de estar detrás del lanzamiento de cohetes Qasam.

En un primer momento, los comités acusaron al Ejército hebreo del asesinato, pero Tel Aviv lo negó. Más tarde, las milicias dijeron que Quka había sido abatido con la ayuda de elementos relacionados con Muhammad Dahlan, uno de los hombres fuertes de Fatah, y de la Policía palestina. Según los comités, hombres de Dahlan ya habían intentado asesinar a Quka en el pasado y en los últimos días fueron vistos espiándole. Se da la circunstancia de que Abú Yusef perteneció a las fuerzas de la ANP hasta hace algunos meses.

Llamamiento a la calma

El primer ministro, Ismail Hanniya, hizo un llamamiento a la calma y ordenó al nuevo titular del Interior, que también pertenece a Hamas, que abra una investigación para averiguar las circunstancias en que murió Quka, aunque esta formación radical no participó en los disturbios.

El Gobierno de la ANP también investiga la muerte de los tres palestinos en el entierro del dirigente miliciano, dos de los cuales eran civiles y el tercero pertenecía a los comités. Sí se sabe que en el enfrentamiento participó la Policía.

Estos incidentes se produjeron sólo unas horas después de que el jueves por la noche un miembro de las Brigadas al-Aqsa, afiliadas a Fatah, cometiera un atentado suicida cerca del asentamiento judío de Kidumim, en la Cisjordania ocupada, y matara a cuatro israelíes. Esta acción fue condenada por el presidente Mahmud Abbas (Abú Mazen), pero no por el ministro de Exteriores, Mahmud al-Zahar, quien calificó de «legítima» la lucha contra la ocupación y contra asesinatos como el de Quka, poniendo en evidencia las discrepancias entre Abú Mazen y el Ejecutivo de Hamas.

Mientras, el responsable de Defensa israelí, Shaul Mofaz, ordenó a las tropas que intensifiquen sus operaciones en Cisjordania y en la franja de Gaza y que acaben con la vida de lo que disparen cohetes contra territorio hebreo. Así, la aviación y la artillería bombardearon sistemáticamente varias infraestructuras de la Franja, incluidas carreteras y puentes, causando grandes destrozos.

Mofaz señaló que la responsabilidad del atentado del jueves y del lanzamiento de cohetes contra Israel recae sobre Hamás, puesto que los fundamentalistas ya se han hecho cargo del Gobierno palestino.

En Cisjordania, el Ejército se cebó ayer en la ciudad de Naplusa, cortando la mayoría de los accesos a la ciudad y prohibiendo la entrada o salida a todos los hombres de entre 15 y 32 años. El suicida del jueves, aunque originario de Hebrón, se trasladó exclusivamente hasta Naplusa para cometer el atentado.