LA PARIHUELA

El final

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La noticia era un secreto a voces. Comentario generalizado en todos los corrillos cofrades en vísperas del cabildo de toma de hora que se celebró ayer en la catedral. Allí, en la sede, se confirmó. La Resurrección anunciaba la suspensión de su salida. Sus miembros se niegan tajantemente a trasladar la imagen que nos representa a Jesús triunfante ante la muerte, en una furgoneta tal como se le ha sugerido por parte del párroco y director espiritual.

A partir de ahí, la Semana Santa, esa película de los acontecimientos trascendentales de la fe de la gran mayoría de este pueblo, se quedará sin final. Todos sabemos cómo acaba, de forma feliz, pero al carrete de film donde se narra la historia, parece que se le cortará el último y más importante episodio donde el protagonista, pese a aparecer en los últimos minutos bañado en sangre, ejecutado y muerto asfixiado, colgando de una Cruz, muestra su grandeza de ser Dios además de hombre mortal y sube a los cielos.

La cosa no puede quedar así. Hay que entender que este pueblo creyente, tiene, como todos los del mundo, unas formas de manifestar sus creencias. Formas y proceder enraizadas en las profundidades de nuestra historia y que fueron forjándose al calor de generaciones sucesivas. No se pueden cambiar de la noche a la mañana, porque se corre el peligro de que se nos derrumbe todo en aquello en lo que creemos y nos pasemos al bando tan generalizado y fácil del laicismo, que tan extendido está hoy en día y que se muestra como el mayor de los enemigos de la Iglesia.

Aunque el primer año hubiera poca gente en el traslado de la imagen, hay cosas que requieren su tiempo y hay que perseverar. Si la ausencia de fieles es motivo para suspender un traslado, por el mismo criterio habría que suspender un buen puñado de misas que se celebran en nuestra ciudad y hasta cerrar iglesias.