Cádiz C.F.

Carranza dictará sentencia

Esta noche, el Cádiz se juega seguir vivo en la Liga ante un Atlético que busca Europa en un choque donde la afición enjuiciará a Espárrago Una derrota podría provocar una gran bronca del respetable hacia el palco

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Para bien o para mal, esta noche Carranza dictará sentencia. La continuidad de Víctor Espárrago al frente del equipo está garantizada por la directiva cadista. Por activa y por pasiva, Antonio Muñoz y sus edecanes han manifestado constantemente la confianza que le transmite el actual cuerpo técnico. Pero, ¿y la afición? ¿Qué piensa respecto a las últimas comparecencias de un equipo que transmite una inseguridad preocupante y que se precipita al vacío jornada tras jornada?, ¿qué puede llegar a opinar de un entrenador que se aferra al poco nivel de la plantilla para explicar día sí y otro día también cada tropiezo del equipo?, ¿qué balance puede hacer de una temporada donde el banquillo no ha tenido capacidad de reacción ante partidos que se han puesto cuesta arriba desde muy temprano?... Estas y otras muchas preguntas pueden encontrar respuesta en las gradas de Carranza. Será esta noche, poco después de que el Cádiz se enfrente al Atlético en una jornada que supondrá un antes y un después. El cadismo llama a la unión durante los 90 minutos del partido. Pero, una vez Pérez Lasa señale el túnel de vestuarios, la afición emitirá su veredicto sobre el futuro Espárrago.

Injusto o no, el fútbol es así. Si hay alguna profesión donde los papeles de héroe y villano pueden caer en las mismas manos en un breve período de tiempo ésa es la de entrenador de fútbol. Si no, que se lo pregunten al actual técnico del Cádiz. Víctor Espárrago se sentará hoy en el banquillo de Carranza en el que puede ser su partido más trascendental desde que volviera a pisar tierras gaditanas con permiso de aquel encuentro de la tercera jornada de la temporada pasada en Segunda. Aquella vez, el técnico charrúa salvaba su cabeza gracias a un solitario gol de Oli en el estadio Mediterráneo de Almería. Corría el 9 de septiembre de 2004, el Cádiz ganaba a domicilio consiguiendo los primeros puntos de una Liga de ensueño. De golpe, desaparecía del escenario una amenaza que acechaba el banquillo amarillo desde las gradas del estadio almeriense -dicen que Mané-. Quien sabe si esta escena vuelva a repetirse hoy siendo el escenario el estadio Carranza pero con otra amenaza observando el choque desde uno de los palcos del coliseo gaditano. Y es que hoy el escenario tiene mucho que ver. De sobra es conocida la confianza que el consejo de administración tiene depositada en su actual cuerpo técnico. Pero también es público y notorio la soberanía que reside en la masa social cadista. La imagen dejada por el equipo en los últimos partidos ha encendido los ánimos de buena parte de la afición. Y aunque nadie duda ni desmerece el trabajo llevado a cabo en el club por Víctor Espárrago, también es cierto que son muchas -cada vez más- las voces que claman por un revulsivo que evite un hundimiento que se va atisbando jornada a jornada ante la resignación de un técnico que repite hasta la saciedad que «estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance». Unas declaraciones que, si se lee entre líneas, dan a entender que poco más se puede hacer con una plantilla llena de carencias debido a la austera política de fichajes de Muñoz.

El caso es que hoy Carranza dictará sentencia. Desde su sillón presidencial, y al más puro estilo del coliseo romano, Antonio Muñoz calibrará la opinión de su gente en caso de que llegue una hipotética nueva derrota. Abajo, en la arena, el último de sus gladiadores que más satisfacción le ha dado en los últimos tiempos estará en manos de la plebe y a merced de unos leones que no entienden de pasado. Todo indica que una derrota hoy motivaría la celebración de un reunión extraordinaria de la directiva tras el partido con la madrugada como testigo de la salida del presidente del estadio Carranza.

Pero para evitar este jucio público, Espárrago y sus hombres deberán pasar por encima de un Atlético mermado por las bajas de Luccin, Perea, Maxi y Valera. De ganar, el Cádiz volvería a ilusionar a una afición desesperanzada; con el empate sólo se alargaría un poco más la agonía del muerto. Y de perder, ay de perder.

Compromiso

Como ya hizo en Palma, Espárrago tirará de un once formado por jugadores de compromiso. Con buena parte del once de Chapín sobre el verde de Carranza espera que, ahora más que nunca, el equipo dé la talla. Para ello, apelará al orgullo de esos hombres que el año pasado lograron el ascenso. Sólo ellos saben el sacrificio que costó meter al equipo entre los grandes y sólo ellos sufren como quien más al ver cómo se pierde lo que tanto costó alcanzar. Así, y salvo los sudamericanos Limia en la portería, Lobos y Medina en la vanguardia, el Cádiz estará en manos de jugadores de club como Varela, Paz, De Quintana y Raúl López que formarán la defensa. Bezares y Fleurquin volverán a formar el doble pivote, acompañados en las bandas por Sesma y Enrique.Un equipo que buscará el triunfo sin importar la enjundia de un rival resucitado de la mano de Pepe Murcia.