Cultura

Umberto del Río muestra en Rivadavia su personal universo simbólico

El pintor sevillano inauguró ayer en la sala gaditana su primera exposición individual en Cádiz en la que pueden verse óleos y dibujos

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Un pellizco, entre agudo y placentero, sacude a Umberto del Río en el estómago. Ha sido una mirada, una imagen, un grupo de figuritas en un escapate, cualquier estímulo que despierte la idea inicial, a la que seguirán la tormenta de motivos y convulsas llamadas visuales que darán lugar a su obra. Artista ecléptico en su concepción de pintura, en la que cabe desde el barroco al cómic pasando por el universo iconográfico de los ochenta, sus obras ambicionan captar la amalgama del mundo actual, un espacio apretado de imágenes «que nos sacude constantemente».Veinte de sus trabajos, entre óleos y dibujos, conforman Profundo Espejo, la exposición que estará abierta hasta el 21 de abril en la Sala Rivadavia.

«Me interesa hacer un espacio de representación formado por imágenes cotidianas, simbólicas, mezcladas con palabras o motivos del cómic», asegura el pintor que afirma que sus imágenes «van apareciendo conforme llegan las ideas, superponiéndose unas sobre otras».

«No sólo me gusta trabajar sobre la imagen como tal sino también en torno a lo que se borra, lo que está debajo. Es la imagen en positivo y negativo, lo que se ve y lo que no», explica. Profesor de dibujo en el Instituto Andrés Benítez de Jerez de la Frontera, defiende la pintura con carga simbólica, «capaz de suscitar la interpretación de la gente para que ésta descubra nuevas visiones».

Entre sus objetos de inspiración, numerosos motivos de la cultura popular, lo kitsch y hasta la imagen religiosa, que convive en sus creaciones con lo profano y hasta sexual. «Estos no son buenos tiempos para escandalizar a nadie con la religión... pero si alguna vez lo he hecho no ha sido a propósito», defiende quien asegura disfrutar «mostrando, en planos iguales, cosas que habitualmente vemos en estadios diferentes».

«El abigarramiento de mis cuadros corresponde a un sentimiento muy barroco acerca de la pintura. También es una manera de mostrar la saturación de imágenes a la que nos someten los medios de comunicación», comenta.

Desde tiernos pastorcillos que conviven con coronas mortuorias, intestinos comestibles e infantiles retratos de caperucita, el universo de Umberto del Río puede todo menos dejar indiferente en sus múltiples propuestas. «La presencia de vísceras es una forma de referirme a la manera que yo tengo de entender la pintura, para mí debe ser como un un pellizco en el estómago, como la cocina...», explica.