CÁDIZ

La hora del piscolabis

Bostezos, revistas, chicles y frutos secos para pasar el rato en las seis horas de Pleno

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Seis horas y veinticinco minutos. Al final, las ganas de salir a almorzar ya eran tan patentes que hubo quien se colocó el bolso y el abrigo antes del tradicional «se levanta la sesión». Sin embargo, y en vista de que no están autorizados los recesos, los ediles procuraron alimentarse a lo largo de la sesión con caramelos, chicles y frutos secos.

En el fondo sur del grupo popular, en el entorno de Eloísa Zilbermann, se podía disfrutar de un enérgico surtido de La Barraca que la propia delegada de Juventud se encargó de repartir. Los minutos pasaban y los bostezos y caras de aburrimiento se iban haciendo evidentes y lo que en un principio era disimulo pasó a ser evidencia.

Había quien se entretenía haciendo llamadas por el móvil o quien leía una revista con vivo interés. El escaso público que acudió a la sesión de ayer contemplaba cómo la alcaldesa tuvo que reprender a la oposición para que guardara silencio pero también a sus propios concejales, como cuando ordenó a Mercedes Colombo dejar de interrumpir al portavoz socialista, Rafael Román.

Éste, por cierto, aprovechó la ocasión para quejarse de que Colombo siempre hace «mojigangas» en sus turnos de exposición y réplica. Las taquígrafas, además, dejaron constancia histórica de varios gazapos: «caclé» por claqué (Marisa de las Cuevas), mexicana pronunciado con equis (García-Agulló) u «onceavo» en lugar de undécimo (Colombo).

Pero sin duda, el sector más relevante a la hora de hablar de anécdotas seguía siendo el de Zilbermann, que no dudó, en animada charla, en compartir los audífonos con su compañero de puesto, Antonio Castillo, o introducirle un lapicero en el cabello, al tiempo que se descalzaba y se sentaba sobre su pierna. Todo un ejercicio de imaginación para pasar el rato.