el presidente del ppc ante el nuevo estatuto para cataluña

Josep Piqué, entre dos tierras

El que fuera ministro como 'independiente' en los gobiernos de Aznar se enfrenta a su momento más delicado como afiliado 'popular'

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La posibilidad, finalmente abortada, de que el presidente del Partido Popular en Cataluña, Josep Piqué, presentara su dimisión tras la reunión mantenida con Mariano Rajoy supone el colofón de una larga trayectoria de desencuentros entre el líder catalán y los dirigentes de su partido, especialmente su secretario general, Ángel Acebes, y su portavoz en el Congreso, Eduardo Zaplana, acérrimos defensores de la postura de radical oposición a las pretensiones catalanistas de sacar adelante un nuevo Estatuto de Autonomía que defina a esta Comunidad Autónoma como "nación".

Pero las principales discrepancias entre Piqué y los dirigentes de su partido ya habían comenzado con anterioridad, después de la 'era Aznar' en la que el político catalán había figurado como independiente a la cabeza del Ministerio de Industria, antes de afiliarse al PP para ocupar simultáneamente la portavocía del partido. Después de las últimas elecciones generales, los cambios en la actitud del nuevo presidente del PPC en sustitución de Alberto Fernández, quien a su vez sustituyera a Alejo Vidal Quadras durante el primer gobierno de Aznar, se manifestaron principalmente a cuenta de la polémica mantenida a raíz de los atentados del 11 de marzo, cuando el PP aún parecía negar la legitimidad democrática de origen del Gobierno Zapatero.

El inicio del trámite de aprobación del nuevo Estatuto en el Parlamento autonómico catalán supuso un nuevo motivo de fricción entre los dirigentes populares, ya que el PPC quedaba excluido del acuerdo alcanzado por las restantes fuerzas catalanas y comenzaba para Piqué un largo proceso de desencuentros con líderes nacionales de su partido. De hecho, a principios de julio el presidente del PPC sugería que su partido necesitaba dar un giro al centro y olvidarse de los rostros "del pasado", en clara referencia al secretario general del PP, Ángel Acebes, y a su portavoz en el Congreso, Eduardo Zaplana.

Las tesis de Rajoy salen reforzadas

No obstante, de julio a finales de verano, la postura de Piqué respecto a la tramitación del proyecto de Estatuto pareció aproximarse a los postulados de su líder nacional, Mariano Rajoy, cuando después de reunirse con el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, Piqué decidió advertirle de que si no se tenían en cuenta las recomendaciones del Consejo Consultivo de la Generalitat, que informó sobre la inconstitucionalidad de 19 puntos del proyecto, impulsaría un recurso ante el Tribunal Constitucional. Era el 9 de septiembre de 2005 y el líder de los populares catalanes denunciaba ante Maragall que el proyecto de reforma era un "Estatuto claramente nacionalista" que "no incluye a buena parte de la sociedad catalana" porque "es la expresión de un programa político, en lugar de ser un Estatuto asumible por todos los catalanes, sean o no nacionalistas".

Menos de un mes más tarde el texto del proyecto era aprobado en el Parlament, el 30 de septiembre de 2005, y se procedía a iniciar los trámites para presentarlo en las Cortes. El 3 de noviembre, durante el debate de toma en consideración del proyecto en el Congreso de los diputados, el líder del PP, Mariano Rajoy, salía reforzado ante los ojos de los miembros de su partido a pesar de su soledad a la hora de la votación. Sin embargo, las tesis defendidas por Rajoy respecto a la reforma estatutaria catalana parecieron consolidarse entre los dirigentes de su partido, unanimidad confirmada al día siguiente por su portavoz en el Congreso, Eduardo Zaplana. En aquel momento, Josep Piqué alertaba del "larguísimo proceso" que se abría antes, durante e incluso después de la tramitación parlamentaria de la propuesta catalana, y proponía en consecuencia abordarla con "rigor, seriedad y sentido de Estado".

El PP como "referente político del sentido común"

Horas después de que el pleno del Congreso abriera sus puertas al nuevo Estatuto, Piqué explicaba que su partido debía articular adecuadamente su presencia en esta nueva discusión política para así representar a sus votantes y también a aquellos que, habiendo confiado su voto al PSOE, no acababan de entender el Estatut. A su juicio, por aquel entonces los defensores de la España constitucional sólo podían contar con Rajoy y con el PP, y se mostraba convencido de que "cada vez habrá más ciudadanos que vean al PP como el referente político del sentido común". Piqué reclamaba aun y todo que la discusión se mantuviera en los términos políticos para evitar cualquier tipo de tensión interterritorial y "la apelación a los instintos primarios y a las vísceras".

Pero la estrategia del PP iba a continuar desde entonces la línea trazada por Rajoy en su discurso en el Congreso, al aseverar que el único planteamiento de su partido respecto al texto de reforma pasaba por cambiarlo todo, por lo que reiteraba su oferta de pacto global al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para acordar ésta y otras reformas territoriales. El 5 de noviembre, Josep Piqué llamaba "fascista" al dirigente del PSC, Pasqual Maragall, por haber manifestado su intención de excluir a los populares de cualquier tipo de compromiso o acuerdo a la hora de cambiar el proyecto de reforma estatutaria. "La nuestra es una enmienda a la totalidad", era la línea definitiva del Partido Popular de cara al proceso de tramitación en las Cortes.

Postura oficial ante la disidencia de Piqué

Hace algo menos de un mes, cuando el 'cuatripartito' mantenía reuniones urgentes con el Gobierno para tratar de cerrar el acuerdo, José Luis Rodríguez Zapatero retomaba la iniciativa en las negociaciones al presentar su "contraoferta", avalada por el ministro de Economía, Pedro Solbes, que recortaba en varios puntos las pretensiones de financiación para Cataluña de los nacionalistas de CiU y de ERC. Entonces el líder del PPC, ante el escepticismo generalizado en las filas de su partido, defendía que las nuevas enmiendas del PSOE al Estatuto catalán "van directas a la filosofía y a la línea de flotación del proyecto", pero al tiempo las consideraba "insuficientes" porque están "redactadas de forma reglamentaria discutible" y "buscan la ambigüedad".

El político catalán defendía por el contrario las propuestas del PP porque su objetivo es "profundizar en todas las posibilidades de mejorar el autogobierno" frente a las reclamaciones independentistas que se dejan entrever en algunos apartados del texto estatutario. Pero en cualquier caso, el nuevo movimiento del presidente del Gobierno fue igualmente criticado por los populares, que ya habían decidido sustentar su línea oficial en las tesis de Mariano Rajoy y que por extensión negaban la mayor al presidente del PPC, al considerar tibia una postura que de nuevo pretendía recabar el consenso de todos los partidos para ajustar la reforma estatutaria a los parámetros jurídicos de la Constitución.

"Estamos igual que cuando se aprobó en Cataluña"

Finalmente, si en el día de ayer el PP anunciaba que daría una guerra sin cuartel contra el nuevo Estatuto de Cataluña a lo largo de toda su tramitación parlamentaria, porque lo sigue considerando inconstitucional e insolidario al no apreciar cambios sustanciales en el último acuerdo alcanzado por el Gobierno con los líderes de CiU, el presidente del PPC, Josep Piqué, se quedaba solo en la defensa de una actitud más conciliadora y constructiva, y el secretario general de los populares, Ángel Acebes, zanjaba la cuestión al sostener que el PP defenderá en toda España los mismos criterios de rechazo absoluto al texto. A juicio del 'número 2' del PP, "estamos igual que cuando se aprobó (el proyecto de reforma) en Cataluña el 30 de septiembre".