MARTÍN GIL COMANDANTE Y PROFESOR EN WEST POINT

«La verdad legendaria de West Point es su capacidad de liderazgo»

Es el único español que da clases, sobre tácticas militares, en la prestigiosa academia

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Las palabras del comandante Martín Gil son un torrente de optimismo, y todas sus razones se ven asaltadas por el pragmatismo que ha dominado su vida y que le ha llevado a ser elegido como parte del cuadro de profesores del Departamento de Instrucción Militar de la prestigiosa academia militar norteamericana de West Point. Motivación, entusiasmo y alegría para afrontar, a partir de ahora, un destino de tres años en la capital del mundo.

-Es el único profesor extranjero de habla no inglesa que realiza su labor en el departamento que se encarga de las materias militares, el de mayor peso en la formación de los cadetes. ¿Cómo ha llegado hasta ahí?

-Se barajaron fundamentalmente dos posibilidades: o bien encuadrarme en el Departamento de Lenguas Extranjeras, impartiendo clases de español, o bien dentro del Departamento de Instrucción Militar. Finalmente, en función de mi currículum eminentemente práctico y mi experiencia profesional, se escogió la segunda opción.

-Ya lleva allí cinco meses enseñando. Y usted, ¿qué ha aprendido?

-El afán de conocer te lleva a aprender día a día de todo lo que te rodea. Las relaciones establecidas, tanto a nivel académico como a nivel social, y el conocimiento más profundo de otras culturas te enriquecen y te permiten ser crítico con estilos de vida muy diferentes a los propios de tu país.

-¿Conserva esa academia militar sobre el terreno todo lo que de legendaria se le presupone por la historia y, sobre todo, por las películas?

-West Point ha gozado y goza de un gran prestigio a nivel nacional e internacional, derivado de una formación basada en la excelencia y en la capacidad de liderazgo de sus graduados. Ésa es la verdad legendaria que encierran estos muros.

-¿Qué es lo que más le llamó la atención nada más pisar la academia?

-La fusión entre el marco en el que se encuentran ubicadas sus instalaciones y la sobriedad de su arquitectura.

Rigurosa selección

-Rod Lurie, un liberal convencido que se graduó en West Point, dirigió en 2001 'La última fortaleza', con Robert Redford de protagonista. En ella se habla de la esencia del auténtico liderazgo. Lurie ha dicho que de su paso por esa academia aprendió que el líder nace, no se hace, y que, por tanto, en esa institución «no fabrican líderes, sino que los encuentran». ¿Cree que esa búsqueda es lo que proporciona la excelencia que emana de esta institución?

-Parte de esta excelencia puede provenir de un riguroso proceso de selección, pero, sin lugar a dudas, esa excelencia se busca, se potencia y se consigue día a día con una formación exigente y global, que ha dado, da y dará grandes líderes.

-¿Vivimos tiempos de escasez de adalides de verdad, como ese Redford convertido para el celuloide en general Irwin, la forja de un líder?

-Desde luego, hay que decir que un líder tiene que ser de verdad, de otra forma no sería líder. En el ámbito militar, cuando estás al frente de un grupo de personas, cualquiera que sea su entidad, y en circunstancias excepcionales, esa capacidad no puede ser teórica; al contrario, debe ser lo suficientemente fuerte y verdadera como para motivarles e impulsarles al cumplimiento de misiones no siempre fáciles.

-En junio, el responsable de admisiones de West Point, el coronel Michael Jones, explicaba que se había producido un descenso del 9% de solicitudes de ingreso y que esto era debido a que se empezaba a olvidar el 11-S. ¿Qué lleva a un joven del siglo XXI a formarse en una academia como West Point?

-La formación que se recibe allí es altamente valorada y goza de gran prestigio en el conjunto de la sociedad de Estados Unidos.

-¿Qué tipo de alumnos tiene?

-Actualmente, imparto lecciones a un total de cinco secciones de veinte cadetes cada una y de segundo curso. Son jóvenes con un impulso y una motivación enormes y con un gran potencial, tanto humano como profesional. Ellos han escogido venir aquí porque reciben una formación extraordinaria, muy completa y global. Y eso es lo que quieren para su preparación, aunque luego no vayan a llevar adelante una carrera militar.

-La estrategia utilizada hace 200 años por Bonaparte para derrotar a los Ejércitos austriaco y ruso en Moravia se sigue enseñando en West Point. Sin embargo, desde entonces hemos pasado del cara a cara la batalla a la guerra televisada. ¿Cuál ha sido el mayor avance en la estrategia que usted enseña?

-La historia es un buen referente que no debe despreciarse a la hora de enseñar táctica militar. Las bases apenas sufren modificaciones, tan sólo se adaptan y evolucionan con las nuevas tecnologías, que abarcan campos como sistemas de información, de armas Es aquí donde mayores avances se han producido en las últimas décadas.

-¿La feroz aparición del terrorismo en el tablero internacional le ha obligado a modificar sus lecciones y a entender la táctica de otra manera?

-No es tanto modificar las lecciones como de enriquecerlas e incorporar todo lo que está pasando en los distintos escenarios actuales a la teoría y la práctica que imparto.

-¿Hay alguna cuestión en la que incida de modo especial en sus clases?

-En la seguridad en todo tipo de operaciones. Ante cualquier operación, hay que comprobar todos los procedimientos, que todo el mundo sepa todo lo que tiene que hacer, protección de la fuerza y demás. Son temas muy importantes y muy complejos. Lo que se pretende es que estén al tanto de lo que está pasando actualmente, intentar transmitírselo a ellos, que sea una enseñanza realista.

-Decía otro ilustre alumno de West Point, el general Patton, que en la guerra el deber de un soldado no es morir por su patria, sino hacer que el enemigo muera por la suya.

-Esas son frases que están ahí, pero hay que verlas en la época en las que se circunscriben. No cabe duda de que son cosas importantes.