Antonio Burgos - EL RECUADRO

Ternura con diminutivo

¿Tenemos que llamar a Los Negritos en términos políticamente correctos y decirles Los Subsaharianos?

Antonio Burgos
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Escribimos este artículo no arrecíos de frío, no: arreciítos, que es mucho más sevillano. Con tela más de frío. Donde quizá los lingüistas profesionales no se hayan percatado de algo que olemos los aficionados. Que en el habla vieja de Sevilla, especie tan en peligro de extinción como el señorito, el diminutivo es caprichoso y multiusos. A veces el diminutivo es aumentativo, y basta con el ejemplo que he puesto. Se tiene mucho más frío cuando está uno arreciíto que cuando se está simplemente arrecío. Un niño chico tiene mucho más sueño cuando está muertecito de sueño que cuando está muerto de sueño. Y así podríamos poner otros muchos ejemplos.

El sevillano le pone ternura a lo que aprecia por medio del diminutivo.

Que se lo aplica a todo, nombre o adjetivo y también, contra lo que no reconoce la Academia, a adverbios y gerundios, como explicamos aquí el otro sábado. Esos deliciosos diminutivos de gerundio: andandito, corriendito, apagandito... Miremos el mundo de las cofradías. ¿Habrá más ternura que en el diminutivo del nombre de la cofradía donde salen más niños, la que es tenida como la cantera de nazarenos de Sevilla? Estoy refiriéndome a La Borriquita. Borriquita suena a niños vestidos de nazarenos de túnica blanca con la Cruz de Santiago en el antifaz. Como «La Burra» suena al habla de los costaleros que llevan el paso, al que ahora llaman «Entrada en Jerusalén», en la moda de ponerles motes cursis a las denominaciones populares de las cofradías. Y, la verdad, a mí eso de «Entrada en Jerusalén» no me suena a La Borriquita: me suena a programa de agencia de viajes que organiza peregrinaciones a Tierra Santa, ¿verdad, Fernando Carrasco?

Hay otro diminutivo bien cariñoso en las cofradías. El que se le da a la Hermandad del Cristo de la Fundación y la Virgen de los Ángeles y que en sevillano clásico suena como los mismísimos ángeles: Los Negritos. No es lo mismo mentar a la cofradía como Los Negros, cual era su primitivo nombre (y su historiador Isidoro Moreno no me pondrá por embustero) que decirle «Los Negritos». Sí, ya sé que muchos dirán que ese nombre popular es racista. Entonces, ¿qué? ¿Tenemos que llamar a Los Negritos en términos políticamente correctos y decirles Los Subsaharianitos? ¡Tequí í ya! A mí Los Negritos me suenan también a Antonio Machín, que está con sus maracas de bronce para siempre en la Plaza de Carmen Benítez, frente a su Virgen de los Ángeles. Que vista desde allí no es Nuestra Señora de los Ángeles del palio rompedor («bizantino» lo llaman) de Juan Miguel Sánchez: es la Virgen de los Angelitos Negros de Machín. Y aunque Juan Miguel Sánchez era un pintor que pintaba con amor, creo yo que despreció su color y en el cielo del techo de palio no le puso a la Virgen de los Ángeles ningún angelito negro. Que también los quiere Dios, como dice la sabiduría máxima del bolero del hermano del fontanero Lugo Machín de la calle Águilas.

Dicen que el gerundio es invariable, pero el sevillano le mete el diminutivo para hacerlo más entrañable. Y dicen que el adverbio también es invariable, y el sevillano le mete la ternura del diminutivo. A raíz de mi comentario sobre el diminutivo de gerundio, un sevillano clásico me mandó una frase que había oído, donde se demuestra toda la ternura que puede haber poniéndole el diminutivo a un adverbio. Escuchó decir a una sevillana ya mayor, de las que conservan el habla que se está perdiendo:

—Ahora estoy más acompañaíta, porque mi hija se ha venido a vivir más cerquita...

Y como vive más cerquita, la hija se viene por la calle abajito cada día, prontito, muy tempranito, a verla. Y como no hay ascensor, sube la escalera despacito, aunque algunos días tiene que irse deprisita porque tiene cosas que hacer y se le hace tardecito. Y de los achaques que, a sus años, tiene la madre, de sus goteras, unos días la encuentra mejorcita y otros peorcita, y las más de las veces la halla como ella sevillanamente responde cuando le pregunta cómo está hoy de ese dolor en la rodilla:

—Pues hoy estoy nada más que regularcita, hija...