Antonio García Barbeito - LA TRIBU

Campañilleros

Antonio García Barbeito
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ENTRE los dos hay un mundo, aunque en la pronunciación sólo los separe una virgulilla. Me ha nacido, cuasi sin querer, este neologismo decembrino, y me ha nacido por la coincidencia de los políticos en campaña con los grupos de campanilleros, de ahí ese campañilleros que quisiera nombrar a los que, sin más instrumentos que su voz, una sonrisa y un abrazo —que no falten ni la sonrisa ni el abrazo, aunque en su natural sean cardos serios—, van «cantando» las coplas de sus promesas, que no sé yo cómo no han caído en componer promesas en metro de villancicos y ponerse a cantar, por ejemplo, «La Virgen y San José, / muy contentos nos han dicho / que nos van a dar el voto, / por el futuro del Niño…» Que no olviden que la crucifixión ya no tiene vuelta atrás, no vayan a decir otra cosa, que los hay capaces de llegar al Portal y decirles a María y a José que si los votan, el Niño se salva de la cruz.

Promesas más disparatadas hemos oído.

En la voz de la Niña de la Puebla, en los pueblos de mi Andalucía, los campanilleros, por la madrugá, nos despiertan con sus campanillas, y, aunque se rompa la letra, no son sus guitarras las que nos hacen llorar, son las pamplinas de algunos candidatos y, sobre todo, de algunos del grupo de campañilleros que ahora parece que nos conocen de toda la vida y que no piensan en otra cosa que en solventarnos la vida. Campañilleros. Chiquillos con triángulo, guitarra, cántaro y alpargata, pandereta, zambomba y no sé cuántas cosas más, y viejas coplas que se enredan en el alumbrado de las vísperas de la Navidad, en el aire rizado de las noches mágicas, en la fantasía de los colores, las gentes y las cosas; y cerca de ellos, los campañilleros, sin música, sin gracia, sin canciones viejas, sin hablar de las cosas pequeñas, de los detalles tiernos: del frío, del monte, del pesebre, de lo que de verdad pega hablar en estos días. Los campañilleros hablarán de economía, de puestos de trabajo, de progreso… Me quedo con los campanilleros, y más que con la abundancia que pregonan los campañilleros, con la sencillez de esos muchachos que hablan de la Nochebuena, de la Paz, de los hombres de buena voluntad… Los campanilleros hablan de un pesebre donde el cielo dejará el premio de un Niño-Dios; los campañilleros hablan de unas papeletas y unas urnas, y sólo de ganar más que nadie, por mayoría… Los campanilleros cantan a la nieve, a los pastores; los campañilleros, al poder. No sé qué nombre saldrá vencedor el día 20. Me interesa más el 24, porque, a pie de Portal, una profecía dice que el Salvador será Niño y se llamará Jesús.

antoniogbarbeito@gmail.com

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