En Sevilla no se trabaja

A Juan Ignacio Zoido y a Gregorio Serrano los han puesto como los trapos porque el día de la nevada estaban en Sevilla

Comité Estatal de Coordinación para analizar las incidencias de la AP6 J.I.Z.
Francisco Robles

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Estaban en Sevilla, y ese fue su pecado, su delito. A Zoido y a Gregorio Serrano los han puesto verdes, y eso que no son precisamente béticos. Cual chupa de dómine, y eso que tuvieron que chuparse la manita que el Betis dejó en Nervión para celebrar el día de Reyes. Los atascos provocados por las copiosas nevadas dejaron a miles de viajeros -ahora se dice ciudadanos- en mitad de una autopista de peaje que rima con malaje. Porque hay que ser muy tacaño para dejar que la gente pague sabiendo que pueden quedarse allí más clavados que el Herodes que vive en el almacén de San Juan de la Palma.

A Zoido y a Serrano los han puesto como los trapos porque el día de la nevada estaban en Sevilla. Y han sido los progres de la nueva inquisición, los mismos que piden y exigen que las funciones del Gobierno se ejerzan desde Barcelona para que los indepes se sientan a gusto en España. Este mester de progresía está lampando por el traslado -con ciriales y mucho incienso- de algunos ministerios y demás organismos públicos a la Ciudad Condal, como se decía antes. España es plurinacional, claman ellos y ellas. Abominan del centralismo, pero cuando llega la hora de la verdad y del abominable hombre de las nieves, son más jacobinos que Carlos III. ¿Qué hacían el ministro y el director general de Tráfico en Sevilla? ¡Deberían haber estado en Madrid! Y ahora viene el gerundio clave: trabajando.

Para estos progres de la nueva hornada, como para los pijos que vienen a comerse el pescaíto mientras les ofrecen un flamenquito, Sevilla es la ciudad del ocio por antonomasia. En Sevilla no se puede trabajar en serio. Eso se hace en Madrid. O en las comunidades que se llevan la palma sin San Juan y sin el Herodes que no sale ni para tomar café. Un ministro o un director general no pueden hacer gestiones desde Sevilla porque aquí no tenemos teléfonos móviles, sino guitarras y panderetas. Inciso costumbrista: esos que nos acusan de ser la España de la pandereta deberían mostrar una foto, sólo una, donde aparezca un sevillano tocando semejante instrumento. ¿O es que aquí nos llevamos todo el día dale que dale a la pandereta? No tenemos móviles ni conexiones a Internet. Nos comunicamos a voces por la calle, o dejando una razón. ¿Es rancio lo de dejar una razón o hacer un mandaíto? Pues eso es lo que hacemos según esta carcunda clasista que se disfraza con los añejos ropajes de la progresía a sueldo.

Si Zoido y Serrano han metido la pata en el asunto de los atascos por las nevadas que se originaron por un chaparrón que cayó en la calle Arfe, pues a darles caña. Y a pedirles más autocrítica y menos echarle la culpa al contribuyente. Pero de ahí a señalar la ciudad como un lugar donde no pueden estar de vacaciones los ministros y sus segundos va un abismo. Es lo que nos pasa por aguantar más que la sábana de abajo. De vez en cuando deberíamos alzar la voz. Y decirles a esos progres y a esos pijos que aquí también se trabaja. ¿O es que piensan que la cerveza y las tapas que se toman cuando vienen a divertirse, que no a trabajar, caen del cielo? ¡Hombre, por favor!

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