Gobierno de ciudadanos

Sánchez ha ahormado un Ejecutivo serio, salvo el chiste de Cultura, que habla de su capacidad de seducción

Pedro Sánchez y sus ministros, junto al Rey Felipe VI EFE
Javier Rubio

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El Gobierno de Pedro Sánchez ha supuesto el triunfo definitivo del que fuera alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín. Con la inclusión de Pedro Duque como titular de la cartera de Ciencia, Investigación y Universidades (o algo así), Monteseirín se ha salido con la suya: qué sería de nosotros sin los astronautas. Y también sin los astrónomos. ¿O eran los astrólogos? Bueno, lo que sea, pero ha ganado como el Cid, la batalla después de muerto (políticamente, claro está). Pero la entrada del astronauta en el Consejo de Ministros nos deja otras lecturas. En primer lugar, porque no se conocía adscripción ideológica al español que ha llegado físicamente más lejos. Duque, Ribera o Calviño son el paradigma de técnicos brillantes y talentosos que han alcanzado cimas en el desempeño profesional dispuestos a comprometerse en el servicio a su país. Y eso, por encima de filias o fobias, siempre es de agradecer.

Sánchez ha ahormado un Gobierno muy serio. Salvo el chiste de Cultura, donde no apreció más méritos en el colega Maxim Huerta que los que reúne mi compañero Jesús Morillo, por ejemplo. Pero salvo ese borrón, el deslumbrón del resto habla muy bien de su capacidad de seducción y de liderazgo para convencer a personalidades de muy distinta extracción. Ya se verá en qué queda el envite, el tiempo que los podemitas y demás aliados le permiten jugar y las componendas obligadas que tendrá que sortear el Gobierno, pero a primera vista, tiene buena pinta. Insisto, aunque no se coincida con muchos de los postulados ideológicos que lo sostienen.

De la cuota andaluza, mucho mejor Planas —que se lo sabe todo sobre la agricultura, Marruecos y la UE— que la consejera Montero, a la que van tardar poco en Madrid en colocarle la etiqueta peyorativa de «andaluza», y que Carmen Calvo, tan de pose siempre que cuesta trabajo tomarla en serio. Su nombramiento, como el de otros sanchistas de primera hora, es el premio por mantenerse fieles en las noches tristes ahora que disfrutan de una victoria tan insospechada como la de Otumba.

Sánchez ha formado un Gobierno de ciudadanos, atendiendo a esas corrientes sociológicas subterráneas que el PP de Rajoy fue incapaz de adivinar en los últimos meses: la emersión de las mujeres el 8-M, la preponderancia de cuadros jóvenes liberales en lo doctrinal o vagamente adscritos a un centroizquierda que ocupa el sitio histórico de la socialdemocracia y expertos baqueteados con conocimiento de causa. Probablemente, Sánchez ha hecho el Gobierno de Ciudadanos. El que le hubiera gustado formar a Rivera, que va a tener muy complicado ahora trasladar su mensaje. Ciudadanos y Podemos han salido trasquilados con este Gobierno de Sánchez.

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