OPINIÓN

El tren no puede llevar botas de agua

RENFE puso al mal tiempo buena cara y demostró toda su profesionalidad

Patricia Gallardo

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Desde hace un tiempo vengo quejándome que el servicio de RENFE deja un poco que desear, la subida de precios y el nuevo sistema de cobro, en el que hay que pagar por todo, la elección de asientos, el derecho a cambio, etc. Así como también de la limpieza de sus W.C., pero sobre todo del servicio de cafetería que o bien tiene las cafeteras u otros utensilios estropeados, o bien le faltan suministros, sobre todo en los trenes que van para Andalucía o salen de la misma, no es cuestión de lloriquear que a los de «aquí abajo» nos tratan peor, es que es una impresión que me he llevado después de viajar en tren por toda España a lo largo de los años. De los cinco últimos trenes en los que me he montado, tres no tenían la cafetería al 100%, que puede que yo haya tenido la mala suerte, y que simplemente me hayan tocado los chungos por obra y milagro de Murphy, pero ya sería mucha casualidad.

Y puede que como últimamente solo señalo lo malo, creo que es de recibo decir también cuando las cosas están bien hechas. Este fin de semana me ha cogido de viaje, y como bien sabéis España ha sufrido una gota fría, que por cierto se ha adelantado un poco pues suele empezar en octubre, que ha aliviado un poco la sequía del campo y un poco los pantanos, pero no en todas las regiones, así que solo ha sido un parche en la rueda de la bicicleta, de hecho también ha inundado casas, comercios, garajes, metros y vías de tren. Y como el tren no puede llevar botas de agua para sortear los charcos, pues RENFE tuvo que suspender varios trayectos, sobre todo por Madrid, Toledo y Jaén, y los operarios de ADIF tener que ponerse a trabajar a contrarreloj para restaurar el servicio lo antes posible, para resolver todo el embrollo que supone dejar en tierra a miles de pasajeros.

Y en medio de ese caos nos encontrábamos mi marido y yo en Ciudad Real con un billete directo a San Fernando y esperando el tren y sin mucha esperanza de que llegara, la verdad, en vista que nuestro tren «solo» llevaba unas dos horas de retraso y otras unas personas llevaban más de seis horas esperando, he de decir con mucha paciencia y hasta cierto humor. Lo que quiero resaltar en esta columna es el comportamiento de todo el personal de RENFE que fue de diez, tanto personal de taquillas, como interventores, auxiliares, seguridad o cualquier persona que tuviera una plaquita de RENFE, quienes a pesar del caos y la poca información que tenían de la central intentaron solventar dudas y problemas a su alcance.

A nosotros nos dieron la opción de subir a un AVE a Sevilla, en principio a la cafetería (que esta vez sí tenía suministros) y pero con la condición de encontrarnos asientos, lo cual fue enseguida gracias a que la interventora ya estaba avisada de todos los que íbamos desubicados. Una vez en Sevilla, me llevé las manos a la cabeza, metafóricamente hablando, cuando vi tantísima gente haciendo cola en todos lados, en información, en taquillas, en los andenes… Que pensé en coger un hostal e intentarlo al día siguiente, no obstante me aventuré a ir a taquillas, donde a pesar que había cola, ésta iba rápida. Conseguí mi billete a San Fernando sin pegas, eso sí con varias horas de espera con referencia a mi billete original, pero demasiado para como estaba la situación. En el MD me reí mucho porque todos los viajeros contaban sus anécdotas del día y con el buen rollo del revisor. Así pues, RENFE puso al mal tiempo buena cara y demostró toda su profesionalidad.

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