¿Dónde está la llave? Matarile...

Yo sé que a usted también le pasa, y que en estos momentos tan apocalípticos, un paseo por la Punta de San Felipe o por el paseo de Santa Bárbara son más que suficientes para hacer caso a Juanma Moreno y autoconfinarse...

Hay sitios que están gafados , y en nuestra ciudad los «miradores» encabezan la lista de lo que pudo haber sido y no fue, la prueba manifiesta de que el que nace mamarracho muere mamarracho y medio. Lo digo –ya lo sabe usted- ... por la crónica de la muerte anunciada del mirador Entrecatedrales –y conste que a mí personalmente me gusta- y por el lío de las llaves –ni el ama de Rebeca en la versión de Hitchcock- que nos ha tenido tan entretenidos esta semana que, por momentos, llegamos incluso a imaginar que la normalidad había llegado a nuestras vidas. Un jaleo de llaves tremendo el que se trae nuestro Ayuntamiento –ya le pasó con el Casino Gaditano- y que nos sitúa en una buenísima posición para optar a convertirnos en el set de grabación de la última temporada de 'The Walking Dead'. Yo sé que a usted también le pasa, y que en estos momentos tan apocalípticos, un paseo por la Punta de San Felipe o por el paseo de Santa Bárbara son más que suficientes para hacer caso a Juanma Moreno y autoconfinarse sin necesidad de que nos lo ordenen, pero es que lo de la pérgola-mirador no tiene nombre , aunque empieza a ser meritorio que se mantenga en pie, -contra viento, marea y equipo de gobierno- desde que el pasado mes de julio saliera ardiendo y, si te he visto no me acuerdo. No volveré a recordarle el estado en que se encuentra el parque Genovés, ni hablaré otra vez de ese frente maravilloso de Náuticas-Valcárcel, pero sí le hablaré del mirador Entrecatedrales , porque sobre él pesa no solo la carga del abandono del equipamiento mobiliario, sino la alargada sombra del desprecio al patrimonio y a un entorno urbanístico de tanta relevancia como es Santa Cruz y la Catedral .

Lo del mirador Entrecatedrales es un poco como los juegos de expectativa y realidad, «cuando lo pides en Aliexpress/cuando lo recibes»; y lleva desafiando al tiempo y al espacio prácticamente desde su inauguración en 2009 , como un hijo predilecto de la megalomanía de los últimos años del gobierno del Partido Popular en nuestra ciudad. Comparte con sus otros primos –Pérgola, Teatro del Títere, pabellón del casco histórico y antorchas de la libertad- la mala factura y los peores materiales posibles , dando la impresión desde el primer momento de que o estaba mal hecho, o le faltaba algo. Y eso que el mirador en cuestión, llegó a ser finalista de los premios FAD de Arquitectura y del Premio Europeo del Espacio Público Urbano en 2010 –no me pregunten por qué-, según el proyecto original concebido por Alberto Campo Baeza, que combinaba mármol piedra ostionera, y un tratamiento contra la corrosión del salitre que –el deseo- lo convertían en un balcón sobre el océano. Costó un millón y medio de euros, y desde el primer día dio muestras de rebeldía ; los adoquines se levantaban, el mármol resbalaba, las barandas se oxidaban, y los bajos se convirtieron en lugar predilecto para los «vándalos» inmisericordes que era como se llamaba, en época de Teófila Martínez, a los gamberros que, una y otra vez, rompían, deterioraban o hacían pintadas en lo que se suponía era un yacimiento arqueológico municipal.

Los bajos pronto se transformaron en el trastero de muchas personas sin hogar y hasta en la tumba de alguno de ellos, en 2018, víctima del frío y de la calle, como una macabra mueca del destino; un mirador atrapado entre el pasado esplendoroso de las dos catedrales y el presente incierto en el que nos movemos. Las continuas desavenencias con el gerente del yacimiento de la Casa del Obispo –seis años cerrada ya- y la tibieza a la hora de acometer algunas acciones por parte del Gobierno Municipal, han reventado esta semana y han vuelto a poner de manifiesto qué es lo importante y, para quién, en esta ciudad .

Esta semana, las denuncias vertidas por el PSOE gaditano señalando el deplorable aspecto que presentaban los bajos del mirador –eso que dicen que es un yacimiento arqueológico- hicieron saltar todas las alarmas. «¿Dónde está nuestro error, sin solución? ¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo?» ha sido la banda sonora que ha acompañado a toda la «operación limpieza» de Entrecatedrales. Primero, el lío de la llave, que si la llave, que si no me dan la llave, que si cuando tenga la llave … y un guiño impagable a aquellos «vándalos» del tiempo de Teófila, esos que una y otra vez «rompen los cristales y vuelven a entrar», luego las proclamas de Germán Garbarino , que si las goteras, que si no doy la llave, que si la indemnización; y en menos de veinticuatro horas, el Ayuntamiento ordena la limpieza y desalojo de los bajos del mirador y el correspondiente tapiado para evitar que los que rompen los cristales vuelvan a entrar una noche cualquiera.

Así funcionamos. A golpe de denuncia , de textacos –imposibles muchas veces- en Facebook y de likes en Twitter. Ellas, las redes sociales, nos marcan el camino. Y es un camino sin retorno, porque lo de Aliexpress es aplicable a toda la ciudad; una cosa es lo que aparece en el New York Times y otra muy distinta lo que vemos día a día.

A ver si aparece la llave o hay que cambiar la cerradura.

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