Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

Virtuales cobardes

El mundo este globalizado que nos ha tocado vivir empezó como una experiencia fascinante ...

Ignacio Moreno Bustamante
CÁDIZ Actualizado: Guardar
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El mundo este globalizado que nos ha tocado vivir empezó como una experiencia fascinante, sobre todo para los que pasamos nuestra infancia, adolescencia, juventud e inicio de la madurez en otro planeta, el analógico, en el que lo más moderno que teníamos a nuestro alcance era un Spectrum 48K. El que lo tenía. De pronto, casi de un día para otro, descubrimos que ya no nos hacía falta el ‘Acta 2000’ para consultar «La desamortización de Mendizábal», sino que bastaba con teclearlo en ‘Ozú’ con el módem pegando unos pitidos insufribles. O en Yahoo, poco antes de que Google se apoderara de nuestras vidas para siempre. Los que tengan la fortuna de no haber cumplido aún los 30 prácticamente pueden considerarse nativos digitales y no sabrán muy bien lo que les cuento.

Pero los que hicimos nuestros trabajos de la facultad con máquina de escribir o, a lo sumo, con un humilde PC con sistema MS2 e imprimendo en una impresora de aguja que emitía un chirrido aún peor que el del módem, sabemos que hubo un cambio. Y menudo cambio. Para mejor, sin duda, ya que Bill Gates y Steve Jobs nos han facilitado la vida a todos enormemente.

Sin embargo, hasta nosotros, que llegamos tarde a esta revolución, ya nos hemos acostumbrado a ella. Y, como todo en la vida, cuando cualquier novedad deja de serlo para convertirse en rutina, empezamos a verle los fallos. La globalización, por ejemplo, entendida como un proceso tecnológico, cultural o económico que nos ha unido a unos con otros de una forma hasta hace muy poco inimaginable, sin duda nos ha traído muchos beneficios. Pero también ha destapado muchas miserias. Algunas de ellas muy graves, como el terrorismo islamista, que a buen seguro no sería como hoy lo entendemos sin la existencia de internet. O las estafas masivas, las especulaciones a nivel mundial que han hundido las economías de países enteros.

Y por supuesto, la globalización, a través de las redes sociales, ha supuesto la proliferación de una de las peores especies humanas que pueblan el mundo: los cobardes. El mismo tipo que sería incapaz de mirarte a los ojos para hacerte el mínimo reproche a la cara, el mismo indeseable que se haría caca en los pantalones sólo de pensar en tener que defender un argumento en público y ante un interlocutor de carne y hueso, es capaz de soltar por medio de un teclado las mayores barbaridades, las más increíbles canalladas, o simplemente las más grandes estupideces, amparado por el anonimato. Compruébelo usted mismo. Trate de argumentar con algún tonto de estos cualquier cosa por Facebook o Twitter. Recibirá cualquier idiotez por respuesta. Propóngale verse en persona y discutirlo. Habrá silencio. Se lo aseguro. Yo he hecho la prueba. Por eso a veces pienso que estábamos mejor cuando el summum de la modernidad era un boli de cuatro colores.

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