Ramón Sánchez Heredia

La verdadera historia

Comienza una rememoración de unos hechos que ocurrieron hacen más de 2.000 años

Ramón Sánchez Heredia

Hoy es Domingo de Ramos. Comienza una rememoración de unos hechos que ocurrieron hacen más de 2.000 años y que transformaron la historia de este planeta. Unos hechos ocurridos en Jerusalem y zonas aledañas, actualmente denominado Israel y Palestina. Hechos reales y constatados de la vida de un hombre, Jesús de Nazaret, que para los cristianos muestra la grandeza de Dios que se hace hombre para mostrar un camino de liberación de los seres humanos, en base al amor.

Este elemento es el revolucionario, se sustituye el diente por diente por poner la otra mejilla, es el perdonar, es la misericordia ante todo. Es «Vivir acogiendo el amor que viene de Dios y quiere transformar nuestra vida y la del mundo entero» , como bien ha dicho el Papa Francisco.

El Mensaje de Jesús de Nazaret muestra los valores para construir nosotros el Reino de Dios, cada uno en su tiempo histórico y en su sociedad. Jesús, en lenguaje de hoy, era un gran activista, él congregaba a las masas, pero se preocupaba humanamente de ellas, curaba sus cuerpos y sus almas, esas cadenas que oprimían y oprimen al ser humano. El no vino a contentar a los poderes sociales, ya fueran políticos, militares, económicos o sacerdotales ni a nadie, él venía ser cómplice del Padre. Era consciente de que su vida era la crónica de una muerte anunciada, pero él hacía lo que debía, la voluntad de Dios Padre y no es que fuera un loco ni un masoquista ni mucho menos, prueba de ello es cuando sudó sangre en el Huerto de los Olivos, como hombre sufrió y tuvo miedo, estaba viendo lo que se le venía encima, la Pasión, pero él voluntariamente lo aceptó.

Jesús rezaba y rezaba mucho, era la manera de acercarse y comunicarse con su Padre, pero no para volar fuera de este mundo sino para actuar dentro de él, dando de comer a los hambrientos, salud a los enfermos, abrazando a los marginados y arrojando fuera todo lo que corrompe al ser humano.

Jesús entró en Jerusalem y algunos creyeron que venía a realizar una nueva revolución armada, como tantas antes y después han sucedido en el mundo, que han cambiado el poder humano de manos pero no han cambiado la existencia, que era lo que quería Jesús de Nazaret.

El Nazareno quería a todos y todas sin excepción, hasta a los samaritanos despreciados por los judíos. Por eso Él, dijo una frase, donde se inluían hasta a sus torturadores, «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». ¡¡¡Eso es amar de verdad¡¡¡

Él pedía a sus seguidores ese esfuerzo, a nosotros los cristianos. Un mensaje no comprendido entonces y hoy, porque es romper con las seguridades y miedos, es vivir día a día con un esquema de valores donde se ama a todo el género humano, sin clasificaciones excluyentes de ningún género, y se dejan a un lado todo esos valores materiales, como el dinero o los patrimonios, y los derivados de los egos, como cargos, prestigios, prepotencias y orgullos. Todas estas cosas que ni dan la verdadera felicidad ni te las puedes llevar de esta vida.

Todo esto nos hace que los cristianos sin exclusión debemos realizar en estas fechas una conversión personal y comunitaria, un autoanálisis de nuestra forma de ser, ya se sea clérigo o laico. Tenemos cada uno nuestra parte de responsabilidad en tantas cosas negativas que suceden a nuestro alrededor. Pidamos humildamente perdón por ello, como pide el Papa Francisco.

Que nadie caiga en prepotencias de creernos ser perfecto, en deformar el Mensaje de Jesús de los evangelios a nuestra forma personal de cerrar las puertas al prójimo y abrírnoslas a nosotros mismo de par en par.

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