Felicidad Rodríguez - OPINIÓN

Turistas

Imaginemos que pasaría en Cádiz si decidimos cortar con la llegada de turistas

El tiempo corre que es un gusto y dentro de nada estaremos ya con la vorágine del comienzo de curso y de adaptación a la cotidianidad. Así que toca aprovechar, como mejor podamos, lo que queda de verano. Tráfico estima en más de 8 millones los desplazamientos que se están produciendo en este puente de mediados de agosto . Ya nos darán las cifras definitivas pero, seguro, que las previsiones no son erróneas.

Afortunadamente van quedando atrás esos veranos de crisis en los que había que quedarse en casa, si o si. Y a lo mejor algunos, o muchos, de esos turistas que han decidido disfrutar, en algún otro lugar de la geografía española, los días que les quedan de descanso, se encuentren con algún cartel como el que un grupo de japoneses fotografiaba hace escasos días en el parque Guell: ‘Your luxury trip, my daily misery’ . El panfleto está, obviamente, en inglés porque se dirige a los foráneos que, para los de la CUP , somos todos. Pues ya nos hemos enterado.

El pasar unos días fuera, después de haber echado cuentas para no extralimitarnos con los gastos, es un derroche injustificable de lujo que trae la miseria a un montón de gente. El mensaje apela a la solidaridad, así que deberíamos repensar si es justo que vayamos a la Costa Brava o a Mallorca con las consecuencias tan negativas que ello tendría para tantas personas.

Habrá, por supuesto, gente a la que no le importe el sufrimiento ocasionado y decida seguir adelante con sus planes de playa, de camping o de recorrido cultural o gastronómico. En ese caso tendrán que atenerse a las consecuencias y, según el destino, arriesgarse a recibir algún que otro susto, en plan borroka, por parte de los progres solidarios de la Candidatura de Unidad Popular y asimilados diversos. Al fin y al cabo, aunque tienen su representación parlamentaria, desde la que podrían plantear medidas para mejorar las condiciones y los modelos turísticos , eso no tendría ninguna gracia; para ellos es mejor ejemplo de expresión popular democrática el asaltar restaurantes, atacar autobuses o formarla en los puertos deportivos.

Que hay que avanzar en la mejora del turismo es indudable, máxime cuando nuestro país es un destino preferente, pero de ahí a intentar cargarse uno de principales pilares de la economía española y de la que viven millones de personas va un trecho. Obviamente no hablamos de los desmanes que se producen en algunos lugares ni de las escenas vergonzosas que vemos en muchos festejos y fiestas típicas. Eso no es turismo; es gamberrismo y existen formas de atajarlo. Confundir una cosa con otra resulta especialmente peligroso.

El turismo genera más de 120.000 millones de euros y, sobre todo, tiene una tremenda importancia laboral; alrededor del 15% de los puestos de trabajo de nuestro país corresponden a empleos asociados al turismo. Imaginemos que pasaría en Cádiz si decidimos cortar con la llegada de turistas. Si hacemos caso a los autores del cartel de la CUP, deberíamos estar mucho mejor ya que el ‘lujo’ desplegado solo nos trae miseria. Habrá muchos que así lo entiendan y lo pontifiquen; al fin y al cabo vivimos en una sociedad en la que las opiniones se han convertido en incuestionables y, en cambio, los hechos demostrados se han hecho motivo de discusión.

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