OPINIÓN

Turismo de temporada

Los datos de ocupación en Semana Santa recuerdan la necesidad de romper la estacionalidad

Es una evidencia que el turismo y sus empresas auxiliares forman el sector económico más robusto de la dañada economía provincial. Es así, al menos, desde que acabara el siglo XX. Ningún otro (si se suman hoteles, hostelería, transportes y suministros) mueve más dinero, más productos y más empleo en una zona con graves problemas de paro estructural. Los ciudadanos hace tiempo que lo saben. Nadie va a sorprenderse de esa situación. Tiene ya tiempo y trayectoria. Tanta, que los gaditanos conocemos los beneficios y los inconvenientes de vivir pendientes del turismo. El mayor de sus defectos es la estacionalidad, la temporalidad. Esa característica ha marcado hace años las estadísticas de empleo y, por extensión, los ingresos en miles de familias.

Las instituciones y las empresas, los expertos y los profesionales, llevan lustros hablando de la necesidad de «romper la estacionalidad». Esa expresión, traducida, significa que la provincia y su sector turístico necesitan que vengan todo el año, que no se concentren sólo en los dos meses principales del verano, quizás en alguna semana festiva de primavera, como la recién terminada Semana Santa, o invierno.

Uno de los caminos para conseguirlo es reforzar nuevas fórmulas. La de los alquileres turísticos, la de esa mezcla entre apartamento común y habitación de hotel, sin más servicios ni instalaciones, es una de las vías en auge. Es cierto que, al fomentar el turismo familiar y urbano, pueden contribuir a romper la estacionalidad. También es muy poco agresivo para el urbanismo y el paisaje, no precisa de grandes instalaciones. A cambio, no crea tanto empleo y precisa de mayores controles fiscales, administrativos para no expulsar a los vecinos del centro y disparar el precio de la vivienda. Pero lo importante es que contribuye a reforzar el turismo, nuestra mayor riqueza a repartir. Contribuye a que sea estable, a que los niveles de estancias mantengan cierta regularidad. Es una pieza más del puzzle. El turismo rural crece sin cesar. Los cruceros llegan con un ritmo nunca conocido a la capital gaditana y los pequeños desplazamientos familiares son cada vez más comunes. El sol y la playa conservan su fuerza espléndida en la provincia.

La vía de los apartamentos permite reforzar los núcleos urbanos y ese constante goteo se suman los grandes operadores y sólo queda poner facilidades, dar la bienvenida, a los que tratan de aportar su grano

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