OPINIÓN

Teresa Rodríguez arde en su hoguera

La líder de los Anticapitalistas ha ofendido a las bases de Podemos y ha recibido una buena dosis de su propia medicina

Teresa Rodríguez-Rubio y Kichi durante un mitin

Teresa Rodríguez-Rubio ha recibido esta semana una buena dosis de su propia medicina. Concretamente en la tarde del pasado viernes, mientras Kichi disfrutaba un día más de la piscina de la urbanización de Valdelagrana que frecuenta este verano, ella se convirtió en ‘trending topic’ en Twitter. Fue el blanco de aquello que tantas veces ha practicado: el linchamiento en redes sociales. El motivo, afirmar que la consulta a las bases de Podemos sobre el pacto con el PSOE para el Gobierno de España es un «insulto a la inteligencia». Ofendió a los profesionales de la ofensa. No a los votantes de Podemos, sino a sus militantes, a los de carné. Y ardió en las llamas aquella que tantas veces encendió la pira. Linchada por los suyos.

No vale la pena entrar a valorar el fondo de la cuestión. En realidad importa bien poco si dicha consulta es tendenciosa o no, si está bien, mal o regular planteada. Lo realmente sustancial en este asunto es comprobar –si es que aún no estaba suficientemente constatado– el nivel de oportunismo, sectarismo y deslealtad del ala más radical de Podemos, los anticapitalistas. Esta facción a la izquierda de Pablo Iglesias está liderada, entre otros, por el alcalde de Cádiz y precisamente por Teresa Rodríguez–Rubio. La actual parlamentaria andaluza, que elimina de los carteles la segunda parte de su apellido compuesto porque en su negociado no está bien visto eso de los guiones, es hoy quien es gracias a Podemos. Gracias a Pablo Iglesias. Gracias a todos aquellos que movieron los hilos del 15M para luego convertir aquel movimiento en un partido político. Partido al que ella rápidamente se sumó y al que ahora repudia. Hubo un tiempo en el que Teresa Rodríguez-Rubio gritaba tanto como ahora, pero nadie la escuchaba. Un tiempo en que Teresa Rodríguez-Rubio –de los Rodríguez-Rubio de Cádiz de toda la vida– se presentó a alcaldesa de la ciudad bajo las siglas del Partido Anticapitalista. Concretamente en 2011. Obtuvo apenas 500 votos. Era irrelevante. Pero llegó Podemos. Y Teresa cambió la camiseta verde del sindicato Ustea por la morada con un circulito dibujado. El megáfono por un atril. Los panfletos impresos en blanco y negro por minutos y minutos en La Sexta. Y con esos cambios, gracias a Podemos, se convirtió en quien es hoy. Exactamente igual que Kichi, que de reventar actos pasó a presidirlos. Entonces las asambleas populares eran lo más. Las consultas a las bases, un ejercicio de democracia. Ahora, que tanto ella como el alcalde de Cádiz vuelan solos, todo lo que antes valía, ya no. Vuelven a radicalizarse, a echar un pulso a quienes los encumbraron. Y las bases de Podemos, cuya inteligencia ponen en duda, lo que seguro que sí tienen es memoria. De ahí el linchamiento en redes sociales. Lógico. Quien siembra vientos recoge tempestades.

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