El Apunte - OPINIÓN

El regreso del ruido

Podemos vuelve a llenar de sospechas un encargo que daría vida a Navantia en San Fernando

Tras medio año de espera, ha reaparecido el ruido._Los contratos y la firma, la ansiada carga de trabajo que daría ocupación completa a Navantia en San Fernando durante un lustro aún no está confirmada. Las discrepancias sí que están claras, siguen bien vivas. El líder nacional de Podemos ha vuelto a recordar que Arabia Saudí –el país que debe encargar esas cinco corbetas que serían prosperidad industrial para San Fernando– es un estado con demasiados vínculos con demasiados conflictos bélicos, con demasiadas sospechas de amparar o impulsar el terrorismo internacional. La lista de países a los que se achacan, con más o menos argumentos, esas prácticas en los últimos 30 años podría completar un libro bastante voluminoso.

La realidad es que el contrato naval con los saudíes se ha retrasado más de lo previsto y la protesta de Podemos resulta incoherente. Tanto, que algunos de sus representantes locales dicen apoyar la llegada de esa faena mientras, otros, declaran que viene manchada de sangre.

Pesa más el interés político por recabar votos que la ansiada carga de trabajo en Navantia. La negociación aún no está confirmada de forma definitiva. El Gobierno de Riad ha elegido a Navantia como empresa constructora de y así se lo transmitió el rey Salmán bin Abdulaziz al monarca español Felipe VI durante la visita que giró al país a mediados del pasado enero. Esta visita contribuyó a desbloquear un acuerdo que estaba atado, pero que, a pesar de las buenas intenciones, no terminaba de cuajar.

Tras la visita del Rey de España a Riad quedaron sobre la mesa algunos flecos pendientes que debían resolver a partir de ese momento tanto los técnicos saudíes como los ejecutivos de Navantia. Se trata de cuestiones puramente económicas, es decir, cómo se va a financiar este proyecto, que supone una inversión de 2.000 millones de euros. En este punto, todavía, se encuentran ahora las conversaciones entre las dos partes. Es lógico que la plantilla del astillero isleño esté nerviosa por las consecuencias que puede acarrear el retraso de la obra, pero no tiene sentido que, a estas alturas del partido, se vuelva a los tópicos de la geopolítica de película de Hollywood para enturbiar un logro que ya es complejo sin interferencias.

Por favor, los que hablen de oídas, al menos, que aprendan a callar.

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