El Apunte - Opinión

Prioridades de un tenor

El alcalde ha mostrado con los hechos que uno de sus mayores intereses era controlar un concurso de Carnaval y su jurado

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Obras son amores y, además, muy escandalosos. Son demasiado visibles los hechos. Las palabras pasan, se olvidan, son efímeras y gratuitas. Los actos son costosos y firmes, tozudos, difíciles de ocultar. El alcalde podrá decir lo que quiera, como todos los dirigentes políticos, pero sus actuaciones y decisiones son las que pueden comprobarse y seguirse. Le definen.

Así las cosas, resulta que uno de los apartados a los que el primer edil y su gobierno ha dedicado más tiempo, esfuerzos, gestiones y energía es a un concurso de Carnaval. Quizás el más importante de Andalucía y de la Península. Quizás uno de los tres más importantes de Europa, con decenas de miles de seguidores y toneladas de expectación, sí, pero al cabo un concurso de Carnaval.

Desde su llegada al cargo (hace ya unos nada desdeñables 18 meses), a pocos aspectos ha dedicado más afán. Ha discutido con los antiguos organizadores, ha desmantelado con estrépito el organismo que dirige el certamen, ha forzado –con la complicidad de muchos grupos y autores que le idolatran como a un mesías– la renovación de esos estamentos hasta imponer a sus partidarios, incluso ha relevado a un concejal de Fiestas que no cambiaba las cosas tan rápidamente como él quería. No contento, ha propiciado un cambio nunca visto en la historia reciente del Carnaval de Cádiz: el presidente del jurado lo nombrará directamente el alcalde. O la delegada de Fiestas que viene a ser lo mismo.

Con ser preocupante el intervencionismo disfrazado de asamblea participativa, resulta todavía más triste que un regidor con tantas responsabilidades y preocupaciones tenga entre sus grandes y reales ocupaciones una mera afición. Cierto que es la tradición festiva, cultural, más seguida y trascendente de la ciudad pero a efectos personales, para muchos seguidores e intérpretes, no pasa de ser una mera pasión particular. Por mucho que unos pocos afortunados puedan convertirla en medio de vida o auxilio económico.

Si alguien cree que este comentario es injusto, demagógico y exagerado puede buscar en los archivos de cualquier medio de comunicación local, incluso en los muchos afines al gobierno local, y ver el espacio, el tiempo, los cambios, las decisiones y los proyectos dedicados al Concurso del Falla y su organización. Será cuestión de prioridades.

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