José María Esteban

Hoy toca hablar de Arquitectura

Creo que desde que nacemos estamos, en el Arte, en un mundo de búsqueda donde lo aprendido de lo humano y las reglas de universo, se superponen y agregan dando a luz elementos de conformación diversa y de bella categoría

José María Esteban

Quien guste de las enciclopedias de arquitectura podrá navegar entre el interés de lo que deseamos habitar y lo que los arquitectos hemos logrado. Todos albergamos un arquitecto en nuestras entrañas. Quizás porque hemos nacido en una cavidad de la que una vez que salimos a los nueve meses, nunca encontraremos otra mejor e intentamos evocarla. La bella Historia de la Arquitectura de François Auguste Choisy nacido en 1841, hijo de arquitecto, aunque fue ingeniero, es una de las mejores. Tiene el carácter de lo ancestral y subyugante. Choisy se dedica fundamentalmente a la restauración de obras antiguas: puentes romanos, calzadas, etc. Tanto en Francia como en Grecia, encuentra en el Patrimonio una herencia que debe conservarse y transmitirse. Sobre los Propileos de la Acrópolis de Atenas, secuestrada cada verano por el humo, dijo: «Cada motivo de arquitectura, tomado aparte es simétrico, pero cada grupo está tratado como un paisaje donde las masas se equilibran».

Este aserto de ponderación y buen conocimiento de las arquitecturas históricas, resume los sucesivos movimientos artísticos de mi querida profesión. Recordemos los movimientos pendulares sucesivos y superpuestos entre estilos clásicos u orgánicos de occidente, desde el origen del hábitat, es la pura razón de nuestra cultura edificatoria. Asimilable como conocimiento a todas las Bellas Artes. En Oriente ocurre, pero de otra manera.

Nos encontramos actualmente en esas interesantísimas etapas de transición que unen lo clásico y lo romántico. El recio y concreto racionalismo del Movimiento Internacional, sigue estando muy presente hoy. Iniciado en el paso del siglo XIX al XX, por los grandes maestros como: Le Corbusier, W. Gropius, M. Van de Rohe, o F. Lloyd Right, etc., superponen un juego simultaneo de formas que cabalgan entre lo tectónico y lo biológico. Aunque por los nuevos materiales sus resultados son muy geométricos y espectaculares.

Partiendo de aquellos cánones de tensa calidad material, no cabe duda que hoy se exterioriza también la necesidad de generar formas sinuosas y sorprendentes. Parte de culpa tiene la utilización de las nuevas tecnologías aplicadas. Los arquitectos coetáneos como: Frank Ghery; Saha Haidz, que tan joven se fue; Jürgen Mayer (el de las setas), Renzo Piano; Cesar Pelli (el del pintalabios en la Cartuja), Jacques Nouvell, etc., por decir algunos compañeros mártires, diseñan tanto cajas como amebas.

En mi opinión, se produce un periodo de transición ecléctico, donde las formas arquitectónicas adquieren valores de los escultórico y se entregan a una concepción modelada. Recobro lo que dije antes: nuestro útero materno fija nuestra memoria como la primera casa y la equilibrada frase de Choisy. Somos seres donde no existe un plano, un diedro, ni siquiera una arista, pero vivimos en un mundo físico dominado por la ley de la gravedad y sus cuerpos puros: el cilindro, el paralelepípedo o la esfera, entre otros. Si ven las obras actuales de arquitectura, podrán comprobar que esa lucha entre lo tectónico y lo orgánico se muestra cada vez más contundente. Hacemos flores, piñas, tallos deformados en mil curvas. Pero también hacemos contundentes volúmenes de dura y correcta simetría o estricta precisión formal.

Creo que desde que nacemos estamos, en el Arte, en un mundo de búsqueda donde lo aprendido de lo humano y las reglas de universo, se superponen y agregan dando a luz elementos de conformación diversa y de bella categoría. Aunque el público pueda, en general, no reconocerla, porque es verdad que no todo es siempre correcto. Cuidémonos mucho de esas esferitas con trompetas, que son muy orgánicas y pegajosas y dejémonos inocular por el transparente cilindro punzante cuanto antes.

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