La Voz - EL APUNTE

El incierto fin de la ceremonia del caos

Ni los representantes de Podemos se ponen de acuerdo al valorar sus pactos con el PSOE

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Los vaticinios nunca tuvieron mucho prestigio en política pero resultaría de una osadía intolerable hacerlos ahora. Nadie en su sano juicio, por buen criterio y mejor información que manejase, habría podido predecir la explosión interna del PSOE. Aunque su decadencia y su desorientación vienen de lejos, aunque la pérdida de votos es constante y paulatina, nadie habría esperado tal espectáculo en forma de conflicto civil que ha dejado a la formación decapitada, dividida y al borde de la irrelevancia política total.

Tampoco nadie habría previsto que se convocaran las elecciones generales dos veces en apenas seis meses y que puedan ser tres las citas con las urnas en un año natural. Sin formar un gobierno ni cerrar un acuerdo sólido, maduro, en todo ese tiempo.

Salvo un precedente en Bélgica, es un caso que no se ha dado en todas las democracias occidentales en las últimas décadas y nadie podría pronosticarlo.

Así que cualquiera se atreve a tratar de adelantar lo que puede suceder en los próximos meses, mucho menos en la evolución que pueden tener las alianzas entre diferentes formaciones políticas. Ni siquiera está garantizado cierto equilibrio, cierta cohesión, en formaciones como PSOE y Podemos a dos años vista. Sus militantes y dirigentes se dividen de forma evidente en tendencias y bandos que parecen contrapuestos, con distintas pautas ideológicas e incompatibles decisiones distintas que tomar.

El reflejo de esta situación en las instituciones es igualmente un misterio. De la formación de gobierno nada se sabe y de la supervivencia de pactos autonómicos o municipales en Madrid, Barcelona, Santiago, Zaragoza o Cádiz, tampoco. Ayer, de hecho, los representantes de estos ayuntamientos coincidieron en el Congreso y no se pusieron de acuerdo al ser preguntados. Los de Madrid y Barcelona desearon no pagar con pactos rotos las posibles diferencias entre el PSOE de Susana Díaz y Podemos. Los otros, entre ellos el gaditano, aseguraron que su relación con los socialistas ya es nula, que no hay nada que perder. Pero sí que puede ir a peor. Puede darse una moción en la que el PSOE se abstenga y le dé la presidencia (del pleno municipal) al PP. Parece descabellado, cierto, como tantas cosas que han sucedido en la política municipal, regional y estatal durante los últimos 24 meses.

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