Gregorio Gómez Pina

La gran ola: Hagan caso, por favor

Desconocemos si esa gran ola vendrá pronto, dentro de mil años, o más…, pero posiblemente vendrá

Gregorio Gómez Pina

Como cada año, me mantengo fiel a mi tradición de escribir sobre el maremoto de Cádiz, desde que se produjo el tremendo tsunami del Índico el 26 de diciembre de 2004, en donde hubo unos 275.000 muertos, sin contar los 45.000 desaparecidos y los 125.000 heridos. Posiblemente la mayor tragedia de la época moderna, y que, como suele suceder en nuestra olvidadiza mente humana, resucita a la opinión pública, gracias a una película, ‘Lo imposible’.

Desde entonces he escrito bastantes artículos divulgativos en la prensa local y me han invitado a dar conferencias en diferentes sitios, algo que he hecho, con suma satisfacción y que espero poder continuar haciendo, con mayor intensidad, ahora que está ya próxima mi jubilación. Asimismo tuve la oportunidad de participar, por parte del Ministerio de Medio Ambiente, como «usuario final», en el proyecto europeo TRANSFER, en el que intervinieron diferentes centros y universidades europeas, para analizar el riesgo de tsunamis y desarrollar una serie de estrategias para la región europea, con una evaluación específica para la ciudad de Cádiz. En este proyecto se desarrollaron una serie de mapas de inundación por tsunami de la ciudad de Cádiz, y se analizaron, entre otras muchas variables, la exposición de las personas, edificios, y elementos propios de una ciudad, así como su vulnerabilidad. Los mapas de inundación, ante diferentes periodos de retorno y condiciones de marea, daban una idea bastante clara de cuán atacable era la ciudad ante un maremoto, y reflejaba fielmente la historia de lo sucedido el 1 de noviembre de 1755. Aunque se desarrollaron un par de jornadas en la ciudad de Cádiz, no despertó –en términos generales– excesiva expectación entre las autoridades autonómicas y locales que deberían ser los encargados del desarrollo de algún plan de evacuación ante el riesgo de un maremoto. Parecía, como si eso de los tsunamis, fuera algo muy raro, muy alarmista, y que se producía con muy poca frecuencia, y además, en países exóticos. Lo cual, dicho sea de paso es, en términos generales cierto; si bien no debemos olvidarnos de que sucedió, precisamente aquí, el 1 de noviembre de 1755. Y también en épocas anteriores, por lo que según las últimas investigaciones–no totalmente probadas–, estos maremotos podrían presentar un periodo de retorno del orden de 1.000 años.

– ¡Ah, un periodo de retorno de 1.000 años! –me dijo convencido el año pasado un amigo gaditano, que consideraba que éramos unos alarmistas– Pues como el último fue en 1755, ¡Pissha, pa 2755 to´s calvos!

Claro, mi amigo no tenía claro eso del periodo de retorno de 1000 años, y pensaba que entre el último maremoto y el próximo, tenían que pasar 1000 años. En realidad, esto significa, estadísticamente que como media, dentro de esos 1.000 años existiría, año a año, una probabilidad de que suceda de 1/1.000 = 0,1%, y que podía suceder el primer año, el último, o todos los años. Por cierto, bastante mayor que la probabilidad de, por ejemplo, acertar una quiniela sencilla.

Afortunadamente se ha avanzado mucho, a nivel nacional, con la aprobación de la ‘Directriz Básica de Planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos’, con un Real Decreto de 21 de noviembre de 2015, en el que se establecían los requisitos mínimos para una adecuada coordinación con los diferentes Planes de las Comunidades Autónomas, y dentro de estos últimos, con los Planes de Actuación de Ámbito Local. Ya muy pronto se dará el «pistoletazo de salida» para que nuestra Comunidad Autónoma y los Ayuntamientos afectados comiencen con la elaboración de dichos planes, si bien esta Directriz Básica no pone fecha límite para su finalización.

¿En qué se ha avanzado además durante este año, a nivel local? Pues en el 2016, y gracias al Instituto para la Reducción de Desastres Naturales (IERD), con su entusiasta Presidente José A. Aparicio al frente, y a la colaboración del CEYMAR (UCA), se realizaron una Jornadas Técnicas de muy alto nivel. Con ello se logró romper el hielo a la hora de abordar las consecuencias que tendría la llegada de un tsunami de características similares al del 1755. Durante los descansos de estas conferencias, los ponentes fuimos entrevistados, y parte de ese material, se utilizó en el documental ‘La Gran Ola’, dirigida por Fernando Ayuso, a cuyo estreno en Cádiz acudimos algunos de los entrevistados, estableciéndose un interesante diálogo del público con nosotros, dirigido magistralmente por Fernando.

‘La Gran Ola’ es un documental excepcional, nada alarmista, sino realista, con unas imágenes aéreas espectaculares de nuestro litoral, y con un muy alto contenido técnico, a tenor de los entrevistados. Ha ganado diferentes premios, que no voy a enumerar aquí, y se ha proyectado en muchos ayuntamientos costeros, con una acogida muy positiva del público. Este documental ha servido para mostrar una verdad que a todos nos da miedo escuchar y nos acerca a la realidad del desconocimiento que tiene la ciudadanía sobre cómo actuar, en el hipotético caso de la llegada de un maremoto a nuestras costas.

Seamos prácticos, ya no hay más tiempo que esperar. Hay que redactar los planes de nuestra Comunidad Autónoma y de los Ayuntamientos costeros, y hacer un gran esfuerzo en la concienciación ciudadana sobre este raro y poco frecuente fenómeno de características tan mortíferas y que en muchos otros países se explica como una materia más en las escuelas. No debemos mirar para otro lado. Desconocemos si esa gran ola vendrá pronto, dentro de mil años, o más…, pero posiblemente vendrá. Hagamos caso al maestro Séneca que dijo: «Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cautos».

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