García Mercadal

De Fernando García Mercadal siempre se recuerda una pintoresca foto junto a Le Corbusier durante el primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna

De Fernando García Mercadal siempre se recuerda una pintoresca foto junto a Le Corbusier durante el primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna celebrado en el castillo suizo de La Sarraz (1928), en la cual sorprende la notable diferencia de altura entre ambos, pues en efecto ... el arquitecto español, como Curro el Palmo de Serrat, «no hizo la mili por no dar la talla»; en Cádiz hubieran dicho de él que era «bajito de cuerpo» matiz refinado del habla gaditana que distingue la altura física de otro tipo de bajezas. Fernando fue un pequeño gran hombre a la manera de Jack, el personaje que interpreta Dustin Hoffman en la película de Arthur Penn (Little big man, 1970). Si Jack fue el último superviviente blanco de la batalla de Little Bighorn, tal vez García Mercadal fuera el último superviviente de la modernidad truncada en España por la guerra civil, hasta que fallece en 1985 a punto de cumplir los 90 años de edad. Poco antes nos visitó en Cádiz cuando le invitamos a participar en un concurso convocado por la Diputación Provincial, por entonces se conservaba el Cine Imperial que él había proyectado en la Avenida. Recuerdo las sesiones vespertinas de mis veraneos infantiles que costaban un duro y como al regresar años después a la ciudad había devenido en sala de «arte y ensayo».

Fernando García Mercadal forma parte de la promoción que termina los estudios de arquitectura en la Escuela de Madrid el año 1921, a la cual también pertenecieron: Luis Lacasa, Félix Candela, Álvaro Martín-Montalvo y Antonio Sánchez Esteve, todos los cuales forman parte de la llamada generación del 25, que introduce en el ámbito madrileño los principios del Movimiento Moderno. El pabellón Rincón de Goya (1926-1928) es la primera creación racionalista de García Mercadal a la que siguen otras de refinado y sobrio diseño; el arquitecto complementa su trabajo proyectual con una intensa dedicación a la difusión de la modernidad; organiza conferencias de Le Corbusier, Mendelsohn, Van Doesburg y Gropius. Publica «Sobre el Mediterráneo» y «La casa popular en España», donde ya reflexiona sobre la relación entre arquitectura moderna y arquitectura mediterránea. En 1930 funda, junto al grupo catalán de Sert y Torres Clavé, y a los vascos Aizpúrua y Lavalle , el GATEPAC (Grupo de Arquitectos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea). En febrero de 1933 participa en la creación de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética y ese mismo año gana el concurso nacional de arquitectura para construir el museo de Arte Moderno en Madrid.

Recuerdo su amena conversación en Cádiz cuando participó en aquel jurado, el relato de su condición de náufrago tras aquella tormenta que supuso nuestra guerra civil. Sus lágrimas al hablar de Luis Lacasa, obligado a morir en el exilio tras su frustrado intento de regresar a la patria, la historia de Torres Clavé abatido muy joven por la aviación italiana, su correspondencia con Candela que dibujaba en Méjico voluptuosas láminas de hormigón, su admiración por Sánchez Arcas que llegó a ser embajador de la República de Polonia ante las Naciones Unidas. Con resignado estoicismo aclaró que tras ser depurado, él no pudo volver a trabajar hasta 1950, fue entonces cuando juega el papel de hilo conductor entre la modernidad truncada y los jóvenes arquitectos que ya en esos tiempos recuperan para España el Movimiento Moderno que ya en todo el mundo se asocia a los ideales de progreso y democracia.

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