Ignacio Moreno Bustamante

¡La que estás liando, kichillo!

¡Qué bonita ha estao mi Cai, qué bonita mi ciudad, que ha rebosado de alegría cuando ha llegado el Carnaval!

Ignacio Moreno Bustamante
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¡Qué bonita ha estao mi Cai, qué bonita mi ciudad, que ha rebosado de alegría cuando ha llegado el Carnaval! ¡Ole ole mi Cai! Ole el Carnaval de Por Cádiz sí se puede, el de la libertad. Sin duda, la que hoy concluye ha sido la mejor fiesta de las últimas décadas. Por fin, tras años de represión y censura, la gente ha podido tomar la calle, que para eso es suya. Viva la gente, la hay donde quiera que vas. Viva la gente, es la que nos gusta más. Y todo gracias a este aire fresco que nos ha traído el nuevo equipo de Gobierno, con un respaldo detrás de los ciudadanos que abruma. Hasta el propio alcalde lo expresaba con alegría en su cuenta de twitter, esa fuente inagotable de sapiencia universitaria.

‘El pueblo haciendo suya la ciudad’, publicaba. Y es cierto. Porque antes no se salía a la calle, ni había carruseles de coros. Ni tablaos, ni nada. En la escalera de Correos sólo se subía el que tenía que recoger un paquete certificado. Y en la puerta del Obispado el que iba a pedir un papel para un bautizo o algo. El concurso, por todos es sabido, era sólo para los mafiosos que manejaban sus hilos. Y ninguna letra podía cantarse sin que antes Vicente Sánchez la hubiese leído. Se acabó la censura. Por fin. Libertad. Respire. Se nota. Se siente.

Hace un año por estas fechas, acuérdese, no era Carnaval. Eran Fiestas Típicas. La Diosa del Carnaval fue la hija del gobernador civil. Y los autores tuvieron que hacer filigranas de doble sentido para que Romaní no se mosquease. Los disfraces de monja y de cura estaban prohibidos y aquel que estuviese en la calle con dos copitas más allá de las doce de la noche dormía en el cuartelillo.

Pero ahora ya no. Por fin. Ahora las ninfas son dignas representantes de la mujer gaditana. Y los autores escriben con absoluta libertad. Sobre todo los de comparsa, que han sido históricamente los más represaliados. Ahora Bienvenido puede escribir sus letras demagógicas sin miedo a que le clausuren su local de ensayo. ¿Y las tortillas? Nunca habían sido tan sabrosas, porque ya se sabe que el Ayuntamiento y la Junta han ejercido un estricto control para que todo el mundo pueda saborearlas sin temor a acabar en urgencias. Igual que las atracciones infantiles. Sin licencia, que todo el que es gente tiene derecho a ganarse unas perrillas. Y la carpa. Qué digo la carpa. ¡Las carpas! Que este año han sido dos. En pleno puerto de Cádiz. Con sonido tenue, suavito, que no ha molestado a nadie. No como antes, que la mandaban al muelle pesquero y andaban todas las mojarritas como locas.

Qué gran Carnaval. Cómo ha mejorado. Años luz con los anteriores. Como todo en general en la ciudad. Los gaditanos vivimos infinitamente mejor desde hace siete meses. Por eso no es de extrañar ese grito que se ha escuchado en más de una esquina, de La Viña a Cortadura, durante esta semana: ¡La que estás liando, Kichillo!

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