El Apunte

Diplomacia flotante

Si alguien tenía dudas de que el título de «embajador del mar» era exacto para Elcano, acaba de comprobarlo

Según los cánones históricos, de Carlos III solía decirse aquello de «el mejor alcalde, el rey». Y del Juan Sebastián de Elcano se ha escuchado hasta el agotamiento que es «el mejor embajador de España». Pero resulta que una verdad repetida mil veces ... no deja de serlo ni pierde su esencia. Al menos, no sucede en el caso del buque escuela que ha renovado su condición de puente entre épocas y ciudadanos, entre sentimientos y memoria a su paso por el País Vasco. El calor y el número de las visitas recibidas en Getaria y Getxo. Año tras año recibe la calurosa acogida de los ciudadanos de los países que visita, en sus salidas y llegadas a su casa de la Bahía de Cádiz, que ven en el orgulloso bergantín español a un amigo, un símbolo de lo mejor de la Armada Española que, desde hace más de 90 años, cruza el azul del mar soplen serenas las brisas o ruja amenazas la ola.

En tierras gaditanas hemos dado por sentado que Elcano sea acogido con respaldo popular y cariño cuando llega, tanto como cuando parte. Pero el paso por tierra vasca, donde nació el mítico navegante que da nombre al buque de cuatro palos, ha confirmado que su efecto está lejos de ser local o de ceñirse sólo a unos pocos puertos del mundo con gran tradición velera. Allá por donde pasa, arrasa. En Cádiz se sabe mucho de eso. Año tras año, con la regularidad y devoción de un paso de Semana Santa, centenares de gaditanos se acercan hasta el muelle para ver al buque escuela y, cuando es posible, visitarlo. Y quien puede, repite. Siempre se encuentra alguna sorpresa en el bauprés, una marca en la mesana que no se conocía o se descubre un detalle en la banda de popa en el que no se había reparado. Y si expectación genera entre la ciudadanía en general, la que despierta en los familiares de los marinos y guardiamarinas que se embarcan es máxima. Este año tiene una peculiaridad con el 500 aniversario de la primera circunnavegación que, desde Sanlúcar, protagonizaron los marinos Magallanes y Elcano.

En estos tiempos de cainismo y sectarismo hay que agradecer algo a este barco es su fuerza para unir. En los muelles vascos no había diferencias partidistas ni rencores socioales: todos los que fueron se sentían hermanados por el buque por su simbolismo histórico, por lo que representa.

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