Felicidad Rodríguez

Contrastar o no

Si la pasada semana era el gaditano #Rigorenprensa el que denunciaba el maltrato la prensa local, esta semana toca la bolivariana denuncia hacia los medios españoles

Felicidad Rodríguez
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ni que se hubieran puesto de acuerdo! Puede que todo responda a la casualidad o, pudiera ser, que el pajarito de Hugo Chávez viaja con enorme rapidez entre ambas orillas del Atlántico. Si la pasada semana era el gaditano #Rigorenprensa el que denunciaba el maltrato, el acoso y la insidia de la prensa local, esta semana toca la bolivariana denuncia hacia esos medios españoles que, por divulgar la situación en la que viven los venezolanos, deberían ser imputados por la justicia internacional. Naturalmente, la protesta del gobierno venezolano se hace desde los medios oficiales que son los únicos con rigor y veracidad para contar lo que haya que contar. A lo mejor es por eso, para que solo recibamos noticias ajustadas a la verdad más absoluta, por lo que los admiradores españoles del presidente Maduro desean, en un hipotético gobierno, encargarse personalmente de la televisión pública y crear un monopolio informativo; el resto que se dedique a reportajes, emisiones radiofónicas o programas televisivos tipo ‘Sálvame rosa’, ‘Sálvame azul’, ‘Sálvame de luxe’ o ‘Sálvame low cost’ para potenciar la labor educativa de los medios de comunicación oficiales.

Así cuidarán que solo recibamos noticias ya contrastadas y no esas crónicas manipuladas y engañosas. La otra posibilidad, la de que cada uno lea o siga el o los medios que le de la realísima gana, llegando incluso a contrastar informaciones divergentes para poder crearse un criterio propio, no es una opción adecuada para nuestras débiles e impresionables neuronas; ese contraste informativo hasta podría ocasionarnos graves e importantes problemas de salud para los que un sistema sanitario como el nuestro, tan alejado de los deseables estándares bolivarianos, no tendría capacidad de respuesta. Si no fuera por ese peligro, habría que tomarle la palabra al presidente Maduro y debatir públicamente sobre la vida cotidiana en nuestros respectivos países, aunque no nos queda claro si en ese debate podrían participar observadores externos e independientes con datos y estadísticas contrastadas sobre indicadores básicos de salud, educación, etc. Posiblemente no; eso sería muy complicado, desviaría la atención de la dialéctica del debate, nos liaría demasiado y, al final como decía, solo conseguiríamos que se resintiese nuestra salud. Puestos a ponernos las cosas sencillas, para que no nos preocupemos en pensar demasiado que es algo muy pesado, un debate sencillito en el que se ponga de manifiesto la tragedia humanitaria que afecta a toda la población española en contraste con los brillantes logros de la revolución bolivariana y sus envidiables y excepcionales condiciones de vida.

Y puede que, a lo mejor, hasta nos convence. Que hay que levantarse a las tres de la mañana y hacer cola para conseguir azúcar o aceite y resulta que, cuando llega tu turno, a eso de las cinco, ya se han acabado las existencias. Pues nada, un dinero que te ahorras y encima la oportunidad de disponer de un día larguísimo, con lo necesitados de tiempo que andamos siempre. O esa preocupación que tenemos aquí por las resistencias a los antibióticos y la automedicación cuando la solución puede ser tan sencilla como que nadie pueda adquirirlos; se desabastecen las farmacias y problema resuelto.

Ver los comentarios