Consuelo de tontos

Así que, aplicando nuestros conocimientos de autoconsuelo, dejamos algunas veces de fijarnos en el dedo y miramos a la luna

Es cierto que el que no se consuela es porque no quiere, pero también es cierto que lo no es lo mismo ver la botella medio llena que medio vacía, materia que estudiamos en primero de conformismo, que es un título que llevamos siglos revalidando. ... La miseria solo genera miseria, y aunque sabemos que esto no es aplicable a su antagónica fortuna -la fortuna siempre anda girando y no tiene por costumbre pararse dos veces en el mismo sitio-, de vez en cuando, conviene darse un baño de optimismo por aquello de aumentar la autoestima que defienden los que saben de terapias conductuales. Dice la “ley Campoamor” que en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, porque todo es según el color del cristal con que se mira. Debe ser verdad, o puede ser que llevábamos ya mucho tiempo usando gafas de sol y todo lo veíamos oscuro, muy oscuro.

Así que, aplicando nuestros conocimientos de autoconsuelo, dejamos algunas veces de fijarnos en el dedo y miramos a la luna -esta semana, además, miramos al agujero negro, al que por fin le hemos visto la cara sin pixelar- y, en un ejercicio de onanismo sin límites, nos convencemos los unos a los otros de que somos el asombro de Damasco, que no hay otro lugar como Cádiz a este lado del universo, y de que por algo aquí se puso el Non Plus Ultra que, traducido resulta eso que usted y yo sabemos y muchas veces no decimos por decoro.

Y entonces, empezamos a ver las cosas con otro cristal, con otro color. Resulta, que estamos en una de las ciudades con más paro de España y con menos perspectivas laborales, con la población más escasa y más envejecida; con un parque de viviendas que se mueve entre lo inalcanzable y lo inhabitable, con una oferta cultural y de ocio más bien regulera, con un transporte público francamente mejorable, y con un desapego al patrimonio y a la limpieza que empieza a ser preocupante. Con este plan, se mira uno al espejo y si no se deprime es porque tenemos pocas luces -no estoy haciendo sangre, entiéndame, que no estamos ya en Navidad-, o porque nos hemos convencido de que esta ciudad no da para más. Un error, no lo dude.

Porque estando en estas, resulta que el Consejo Editor de Diario 16 nos acaba de otorgar el premio la “mejor localidad” de España, un título que nos lleva a preguntarnos, como buenos derrotistas, dos cosas. La primera es contra quién y contra cuantos competíamos; y la segunda pregunta, de corte más corrosivo, es quien lleva el tratamiento médico de los miembros de ese jurado. La respuesta, sin duda, está en el argumentario de por qué nos ha sido concedido tal galardón, es decir, “por abrir la política a los ciudadanos como Cádiz se abre al mar mientras mira a otros mundos posibles” –no pierda de vista lo de la medicación-, que es una sentida frase que le gustó muchísimo al concejal encargado de recoger el premio, pero que si se fija usted bien, no quiere decir absolutamente nada; o al menos nada que no se pudiera decir de cualquier población costera.

Admitiremos lo de la política abierta a los ciudadanos, vale, porque como dicen ahora los que no tienen nada que decir, “el papel lo aguanta todo” y lo de la transparencia y la participación son términos ya incorporados a nuestro lenguaje más cotidiano, pero lo de Cádiz abriéndose al mar… está bien para un pasodoble, ya que todos y todas sabemos cómo le damos la espalda al mar en esta ciudad, cómo se la hemos dado durante años y cómo muchos de nuestros males proceden de ahí, algo que también reconoció el concejal gaditano “tienen razón en que a Cádiz, esa ciudad al sur del mundo, siempre le va mejor cuando pone los ojos en el océano Atlántico” –la poesía, que no falte, aunque lo del sur del mundo, es mucho sur- cuando agradeció que la entidad “haya puesto los ojos y reconozca el esfuerzo de nuestra ciudad en estos cuatro años”. Está bien lo de autocomplacerse, pero tampoco hay que venirse arriba, la verdad. Nuestro concejal, en un momento de lucidez poética remató diciendo “aún nos queda mucho mar y mucho océano por mirar, porque allí está nuestra historia y nuestro futuro, nuestras raíces y el Cádiz que soñamos”; precioso, no me lo discuta.

Pero, insisto, todo depende de con quién nos comparen. Claro que si en la misma tanda de premios, se distinguía a la Universidad de Cádiz como la “Mejor Universidad” de España, se explican muchas cosas. No seré yo quien critique a la UCA, líbreme el cielo, pero lo de “haber llegado a ser un centro de referencia a nivel nacional de diversas enseñanzas y aglutinar a la comunidad educativa de Cádiz”, es demasiado correr; que le pregunten a los alumnos, por ejemplo.

Es obvio que después de ver la nómina de premiados, el nivel de expectativas baja considerablemente, Carmen Calvo, José Luis Ábalos, María Jesús Montero… en fin. Lo del cristal con que se mire, evidentemente.

Así que termino como empecé. El que no se consuela, es porque no quiere, y como decía Diógenes “es preferible consolarse que ahorcarse”.

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