Julio Malo de Molina - OPINIÓN

Compañía gaditana de negros

Los barcos partían desde Cádiz cargados con harinas, vinos, aguardientes aceites y otras mercancías que serían canjeadas por esclavos

Julio Malo de Molina
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Sorprende que algunos historiadores gaditanos como Ramón Solís omitan, al describir la prosperidad de la ciudad de Cádiz durante el siglo XVIII, que ésta se debió en gran medida a la actividad de la Compañía Gaditana de Negros que cita Juan Velarde en su libro ‘Economía y Sociedad de la Transición’ (1971); profusamente estudiada en libro de difícil consulta, obra de Bibiano Torres: «La Compañía Gaditana de Negros», Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Sevilla 1973. Fue la primera compañía exclusivamente española dedicada al tráfico negrero con América. Acogida al sistema de «Asientos» que sustituye a las licencias que se otorgaban durante el siglo XVI.

Los Asientos eran contratos por los cuales unos particulares se comprometían ante la Corona a prestar el servicio de suministrar esclavos a las colonias americanas, mediante una serie de derechos y obligaciones recíprocas.

Aunque la principal actividad de la Compañía fue la trata de esclavos africanos, sus navíos libres del registro de la Casa de Contratación agregaban múltiples artículos para comerciar. Además gozaban del derecho a instalar almacenes en los puertos donde se les había autorizado a ejercer su macabra venta de seres humanos. 

El Asiento fue solicitado por Miguel Uriarte en 1760, y la Cédula de concesión del mismo fue dictada en Aranjuez el 14 de junio de 1765, mediante la cual Uriarte y sus socios se obligaban a conducir bajo bandera de la Corona un número determinado de esclavos a distintos puertos americanos: Cartagena, Portobello, Honduras, Trinidad, Puerto Rico y otros. La Escritura de fundación de la Compañía se firma en la ciudad de Cádiz el 23 de septiembre de 1765, siendo sus socios: José Ortuño, Miguel Uriarte, Lorenzo Arístegui, Juan José de Goica y José María Enrile.

Los barcos partían desde Cádiz cargados con harinas, vinos, aguardientes, aceites y otras mercancías que serían canjeadas por esclavos y esclavas en los puertos de Senegal y Cabo Verde. Desde allí se trasladaban a Puerto Rico, donde se instaló la Caja Central del Asiento para desde allí distribuir la pavorosa «mercancía» de mujeres y hombres condenados a la esclavitud. En su etapa de esplendor la Compañía estableció también una importante factoría en La Habana, y realiza contratas con compañías francesas e inglesas.

La Compañía Gaditana comenzó su ominoso tráfico con navíos propios y tripulaciones locales, su primera fragata ‘La Venganza’ partió en 1765 con capacidad para adquirir hasta 700 africanos. Estremece leer en los archivos cómo se clasificaban éstos por medidas, quien alcanzaba la altura de siete palmos se consideraba «pieza», llamando «mulencón» y «mulenque» a los de menor estatura, incluyendo a mujeres y niños; se les marcaba mediante hierro, pagando al Rey un tributo por cada esclavo marcado que en 1765 era de 40 pesos por pieza, y algo menos por mulencones y mulenques. Las ventas se formalizaban mediante escrituras según modelo en el cual se dice que éstas se efectúan «sin asegurar las tachas o enfermedades a riesgo y ventura del comprador, excepto las de gota, demencia o mal de San Lázaro».

El declive de la Compañía comienza a causa de medidas adoptadas por el Reino Unido contra el tráfico de africanos a partir de 1772, que dan lugar al Acta del Comercio de Esclavos en 1807. Se trata de una página oscura de nuestra historia que no se debe ocultar, aún menos ahora, en torno a las actividades que celebran el tricentenario del traslado de la Casa de Contratación, vinculada a las actividades de esta Compañía Gaditana.

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