OPINIÓN

Cambio de juego

La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria

En los sistemas políticos democráticos basados en el pluralismo, los partidos son el principal instrumento de participación política para expresar ese pluralismo en las instituciones. En los sistemas democráticos representativos, los partidos aspiran a obtener una representación suficiente que le permita materializar su proyecto político. Lo que exige la consecución del poder, ganando las elecciones.

Un partido político es una asociación de individuos que defiende intereses concretos, enmarcados dentro de una determinada ideología o concepción del mundo. Siendo su objetivo alcanzar el poder, sólo o en coalición, para poder hacer realidad el programa de gobierno con el que se presenta y que supone una especie de contrato que firma con sus votantes y que por ende debiera cumplir, en los términos del aforismo ‘pacta sunt servanda’. La transmisión hacia los poderes públicos de las demandas de la población, decidiendo que políticas públicas deben efectuarse, garantiza la convivencia pacífica y el progreso social. Además de contribuir a la formación de la opinión pública y ofrecer programas de gobierno, también es importante su finalidad consistente en reducir la fragmentación de las opiniones particulares y seleccionar a la clase política dirigente.

La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Las elecciones suponen el medio democrático de provisión de los integrantes de las cámaras, que elegirán al presidente del gobierno. De ahí que el sistema electoral se convierte en uno de los elementos más importantes del sistema político.

Los sistemas electorales transforman los votos en escaños. Considerando el sistema como un ‘continuum’ que va sede los sistemas mayoritarios hasta los sistemas proporcionales, estos dos extremos admiten determinas correcciones, siempre que se incida en el tamaño de la asamblea (número de escaños en juego), la dimensión del distrito electoral (número de escaños en cada provincia), la fórmula lectoral, la estructura del voto (asociado a la forma de la candidatura) y la llamada cláusula legal o barrera de exclusión. Es el distrito electoral o circunscripción la unidad básica en la que se procede a la operación de transformar votos en escaños, por aplicación de la fórmula electoral, que para el caso español es la Ley D’Hondt. Es el elemento del sistema electoral que mayor impacto tiene sobre la proporcionalidad, más que los efectos que pudiera producir la fórmula electoral, representada ahora como Ley D’Hondt. La proporcionalidad del sistema determinada por el tamaño de la circunscripción electoral, es proporcional a su dimensión, o sea, al número de escaños que se encuentran en liza en cada una de ellas. De tal forma que son las circunscripciones electorales pequeñas (las 17 provincias españolas en las que se dilucidan no más de 5 escaños) las que pueden determinar el sentido de las próximas elecciones. En ellas están en juego 75 escaños y en época del bipartidismo, es decir, hasta las elecciones de 2011, el reparto era de 3-2 y 2-2 escaños en cada una de ellas entre PP y PSOE o viceversa.

Desde entonces el juego político ha cambiado. La corrupción y la partidocracia imperante han hecho mella en el sistema y se ha dado cabida a otros tres partidos. De tal forma que donde eran dos fundamentalmente, en las elecciones de 2008, PP y PSOE obtuvieron el 84% de los votos emitidos, ahora son cinco en liza. Y para colmo, los partidos nacionalistas, siguen teniendo mucho que decir en la gobernabilidad del país que ellos pretenden destruir. De ahí que lo único urgente en la política española sea la reforma del sistema electoral general, Ley vigente desde 1985 y cuyos presupuestos de hechos en los que se asientan, han cambiado ostensiblemente, hasta dejarla inútil para la finalidad en que consiste su propia existencia.

Hoy más que nunca se hace necesario formar mayorías políticas a través de coaliciones preelectorales. Son mucho más eficaces que los acuerdos poselectorales. Los políticos debieran ser generosos y pretender el bien común y no el particular de cada uno de ellos. PP, C’s y VOX debieran haber articulado una coalición electoral en estas 17 provincias-circunscripciones electorales. ¿Cómo? Pues, considerando en cada una de ellas las proyecciones de votos en cada una, y disponiendo de un sistema de listas que garantice el pluralismo de la coalición. Sólo atendiendo al interés general, pensando que la otra parte conformará una coalición electoral con filo etarras, golpistas catalanes, anti sistemas comunistas…vamos lo mejor de cada casa. El PSOE del doctor “fake”, del doctor cum fraude, del doctor plagio, doctor pucherazo, falconeti o presidente libélula por su afición irresistible a montar en un coleóptero mecánico, también llamado helicóptero…no garantiza un candidato apropiado para gobernar este país. El uso espurio del RD-Ley y su falta de determinación en contra del incumplimiento de la Ley, no lo hacen el mejor candidato a regir los designios de España, en un momento político de la mayor gravedad en lo territorial y en lo económico. Se acerca la Semana Santa y los viernes sociales se convertirán en Viernes de Dolores. Lo que antecede al viacrucis y a la pasión a la que nos somete semejante ‘doctor’. Menuda cruz este tal Sánchez.

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